Aquella noche durmieron seis personas en el barco.Por la mañana solo quedaban cinco.Elizabeth Valchar celebra los dieciocho años con sus cinco mejores amigos en el barco de sus padres. Allí se quedan a dormir. De madrugada, un ruido constante la despierta, como un golpeo pesado, de algo vivo contra el barco, un pez grande quizá atrapado entre el muelle y la popa... Hace frío en la cubierta y Elizabeth se agarra con fuerza a la barandilla. Al llegar justo encima del sonido, mira hacia abajo y ve una persona, una chica como ella, empapada, anegada, boca abajo.Una historia de amor y de fantasmas. Un relato con moraleja con un apasionante comienzo y un ingenioso final.
"¿Y ahora qué hago? Espero un rato, con la confianza de que Alex reaparezca, pero en el fondo sé que ya se ha ido para siempre, sin duda a un lugar mejor."
"Para muchos jóvenes de mi edad, la muerte no es ni siquiera una posibilidad. Los adolescentes, como todo el mundo sabe, suelen creerse inmortales. Pero creo que yo nunca me he sentido así. Conocía bien la muerte. Vi cómo se llevaba a mi madre; una niña no olvida algo así."
"Luego la veo tomar su último aliento. Aún siendo una niña, yo sé que se ha ido. En ese momento, siento que se me parte el corazón. Para siempre."
"Él respira una vez más. Es la última vez. Después... nada. Se queda muy quieto. El agua le corre por las mejillas y cae a modo de incontables lágrimas silenciosas."
"Solía ponerme muy furiosa que se hubiera dejado morir, pero superé la pérdida, la perdoné. Ahora, más que nada, lo que quiero es estar con ella, de verdad, aunque eso signifique que yo ya no viva."