«Anoche salí de la tumba. »Había temido tanto por ese momento… »Cuando uno muere y es amortajado, cuando la tapa del féretro se cierra encima, y se escucha el golpe seco de las cerraduras ajustando el fúnebre arcón, se sabe que de allí ya no va a salir el cuerpo, sino convertido en huesos salpicados de jirones de tejidos podridos, o acaso hecho carne corrompida, maloliente, con vello desordenado y los gusanos pululando en las vacías cuencas donde antes hubo unos ojos llenos de vida. Eso es la Muerte. De ella, no se vuelve. Nadie ha vuelto, que yo sepa. Yo, sí. Yo volví de mi ataúd para vivir una segunda existencia que nadie hubiese creído. Yo regresé de las tinieblas del panteón, como terrible emisario de ultratumba. Yo, Jason Shelley.»
Suspiró. Se arrebujó mejor en su capa oscura, con un escalofrío. Acaso para protegerse de la fría noche viscosa. Acaso para cubrirse del propio frío interior
A veces, la gente es idiota (…). Todo era al revés de como la voz popular, sensiblera y ridícula podía imaginarlo. Bien. Que ideasen historias románticas y emotivas. Allá ellos con sus sueños sensibleros
Hasta la audacia de un hombre que se sabe en la mayor impunidad, tiene sus límites sensatos
Estaba seguro de la naturaleza de las personas: les atraía todo aquello que más les aterrorizaba. Era una mezcla de insano terror y de complacencia en su propio miedo