Antonio Machado comunica su preocupación filosófica y su meditación en torno al destino de España. Indaga en nuevos terrenos poéticos –como son las gentes del entorno, los aspectos históricos y sociales españoles y la experiencia de la naturaleza, lo que lo acerca a los regeneracionistas y a los escritores del 98–, así como formales, como el aforismo. El libro incluye la importante serie de poemas dedicados a la enfermedad y muerte de su mujer, Leonor Izquierdo, y el largo poema «La tierra de Alvargonzález», un intento de expresar, mediante una forma popular, lo «elemental humano».
Obra cumbre del poeta Antonio Machado. Él , que había nacido en Sevilla, al trasladarse a vivir a Soria, se enamoró de Leonor y de Castilla.
Disfruté muchísimo sus versos tan fluidos y el contraste de su obra. Su poética descripción y su lírica zozobra. 🖤
Para mí, la mejor tertulia celebrada hasta la fecha fue con esta obra. Tres meses de placer, de leer y releer, saboreando cada poema, con el alma o lo que sea patas arriba. Aligerando el equipaje. La Voz.
El alma de una persona transformada en versos. Antonio Machado es la bondad hecha hombre. Lo decía él mismo en su Autorretrato “....soy, en el buen sentido de la palabra, bueno” Libro de poemas para volver a él durante toda tu vida. La sensibilidad, elegancia y sinceridad de don Antonio son difíciles de repetir. Y sigue enterrado en Colliure. No nos merecemos que vuelva.
Toda una referencia de la poesía para mí. Sencillez y profundidad que llegan al alma. Gracias por su legado
En estos versos, Machado hace hablar a los bosques, recrea verbalmente el sonido de las hojas. Con gran talento nos deja ver el misterio de esos campos en donde el hombre lidia con la naturaleza, y vive.
Siempre trato con hombres del campo, pienso en lo mucho que ellos saben y nosotros ignoramos, y en lo poco que a ellos importa conocer cuanto nosotros sabemos.
Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería, Oye otra vez, Dios mio, mi corazón clamar. Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía. Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.
Caminante, son tus huellas/ El camino y nada más/ Caminante, no hay camino/ Se hace camino al andar…/
Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto oficio del forjador preciada
Filósofos nutridos de sopa de convento contemplan impasibles el amplio firmamento; y si les llega en sueños, como un rumor distante, clamor de mercaderes de muelles de Levante