Bajo el nazismo, la actividad cultural de París se mantuvo en todo su apogeo. Al constatarlo surgen una serie de preguntas: ¿Cómo abordaron artistas e intelectuales el peor momento político de la ciudad en todo el siglo XX? ¿Acaso el talento y el estatus trajo consigo una mayor responsabilidad moral? ¿Es posible que una cultura floreciera en ausencia de libertad política?