Sinopsis de VOCES DE CHERNOBIL

Un libro que da voz a las personas que sobrevivieron al desastre de Chernóbil y que fueron silenciadas y olvidadas por su propio gobierno. ''EN MITAD de la noche oí un ruido. Gritos. Miré por la ventana. Él me vió: ''Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Vendré pronto.'' El relato de la esposa de Vasia, un joven bombero, abre este impactante libro sobre las secuelas que la catástrofe de Chernóbil dejó en personas que lo vivieron y de la manipulación de la información por parte de las autoridades soviéticas. Este libro está planteado como si fuera una tragedia griega, con sus coros y unos protagonistas marcados por un destino fatal que hacen oír sus voces a través de monólogos. Pero a diferencia de una tragedia griega, en Chernóbil el orden no volverá a restablecerse: no hay catarsis posible.

102 reseñas sobre el libro VOCES DE CHERNOBIL

#sannobelguillo 4,001/5 ⭐ seguimos con los tocamientos... A Svetlana Alesksiévich podríamos premiarla por muchas cosas: Por su valentía, al ofrecernos textos sin cortapisas siendo una autora limítrofe a la madre Rusia. Por mantenerse viva, dado el alto número de infartos que padecen aquellos que molestan a gobiernos tan democráticos. Incluso por el gran valor periodístico y humano que poseen sus libros. Pero un Nobel de Literatura, yo no lo veo. Voces de Chernóbil es una recopilación de testimonios de aquellos que vivieron el accidente de la central nuclear en primera persona. La gran mayoría, pertenece a hombres y mujeres que no quisieron abandonar sus hogares o que volvieron a ellos saltándose los controles militares una vez evacuados. Más allá de la explosión y su dantesco escenario, la autora plasma, mediante voces, como fue su vida a partir de entonces. Y esta nueva cotidianidad da escalofrío. Hombres que fueron enviados a una muerte segura, sin protección y completamente desinformados, para tratar de eliminar una fuga radioactiva que se llevará sus vidas, en una lenta y atroz muerte progresiva. Bosques y huertos que, curiosamente, florecen frondosos al alejarse de ellos el ser humano, pero que lo hacen contaminados. Esposas que desoyen prohibiciones, exponiendo su propia vida con tal de acompañar en sus últimos días a la persona amada. Evacuados que sufren un rechazo social allá donde vayan al estar señalados como seres tóxicos altamente contaminantes. Una de las cosas que más me ha impactado es como todos pueden asimilar la devastación de una guerra y sin embargo son incapaces de hacerlo con algo que no se ve, no huele ni se toca, pero que modifica completamente su pequeño universo conocido. Una tragedia vista de forma distinta y narrada por voces cansadas, desgarradas y con una profunda herida que nunca dejará de supurar. Obra donde la autora solo interviene para ordenar y limar los relatos, pero sin añadir opinión o comentario alguno. Los protagonistas son ellos y sus voces las que hablan. Un ensayo doloroso sobre unas vidas que se quebraron independientemente de que algunas aún hoy respiren.


Voces que se despliegan en monólogos que hablan de la pérdida y las fuentes del dolor que las agobian. Una crónica de la vulnerabilidad humana, de la fragilidad del hombre mostrada a escala catastrófica. Las voces también transmiten sus percepciones sobre la vida, la libertad, las raíces y la cultura. Y el significado de la existencia. Una vez más, la naturaleza humana al desnudo en toda su diversidad. Desde la incompetencia, la opresión, la mentira, el robo y la corrupción; hasta el heroísmo, la entrega y el amor infinito. Amor por los seres queridos. Amor por los animales, las otras víctimas de Chernóbil. Amor por la naturaleza, por esos bosques y el paisaje verde de esa parte enorme de la Bielorrusia asolada. Amor por esa patria campesina, ese mundo que desaparece cuál Atlántida, aunque sigue estando allí, al alcance pero prohibido. Confieso que con ciertos testimonios me costó seguir la lectura. Si la autora busca que un lector se involucre con lo que se relata, conmigo lo logró. Como que había que tomar aire. Ese aire que afortunadamente podemos respirar sin miedo, pero que no fue así para decenas de miles de personas en 1986. Un coro de voces configurando una pesadilla cósmica. Riesgo nuclear. La amenaza del mal uso de la ciencia y la tecnología. ¿Aprenderemos a prevenirlo? ¿Seremos capaces de ser solidarios, disciplinados y generosos? ¿Alcanzará con nuestra capacidad de resiliencia y adaptación? No podemos escabullirnos. Para empezar, necesitamos mejores gobiernos Y mejores ciudadanos.


Sin duda es una lectura que no olvidaré fácilmente, me destrozó por completo el corazón. Lo peor es la sensación de impotencia, de no tener a quien culpar y saber que por los próximos miles de años quedarán las secuelas y que los más afectados son los más inocentes. En este libro nos encontramos con las voces de sobrevivientes a Chernóbil, quienes perdieron sus vidas tal cual las conocían: sus hogares, seres queridos, su salud y que por siempre al igual que sus descendientes quedarán marcados por la radiación. Una radiación que mata lentamente, no se puede ver y que se encuentra en todos lados, que poco a poco hace irreconocible a quien más quieres y a la naturaleza misma.


“La filosofía de ‘vivir en la naturaleza’ se ha transformado en la filosofía de ‘vivir a costa de la naturaleza’, y la naturaleza se venga”. Testimonios humanistas, realistas y sobrecogedores en primera línea de batalla. De eso hemos aprendido mucho ahora, pero Chernóbil fue un momento terrorífico en la historia reciente, por su naturaleza, el accidente de la central nuclear planteó desafíos al lenguaje literario. Chernóbil ha irrumpido de nuevo en el panorama gracias a la formidable serie de HBO, y Voces de Chernobyl de la premio nobel Alexiévich va de su mano en este boom mediático. Un compendio de relatos y reflexiones sobre gente que sigue viviendo o vivió con el "enemigo invisible" que tantas vidas se ha llevado, puso en jaque el bienestar de todo un continente y destruyó la envejecida Unión Soviética. Historias crudas, sinceras, íntimas y realmente emotivas que son de imprescindible lectura para los interesados en el tema o curiosos de la naturaleza humana y su poder de lucha. No es una novela fácil de leer, no tiene una estructura narrativa convencional. Por momentos puede hacerse densa en contenido y contexto, tiene un ritmo sosegado, a priori, algunas historias, por descripciones en su narración, se pueden repetir. Es inevitable, muchas de esas personas vivieron sucesos parecidos. La autora da voz a las víctimas de la tragedia de forma ecuánime y sin pretensiones, quiere decir que no plantea una denuncia al sistema, ni la gravedad de los hechos en forma directa al poder (in)competente. Quizás algunas historias no tengan el calado dramático que deberían tras ver la miniserie de HBO, recreadas de forma magistral, pero este libro contiene un tratado humano incontestable. Profundos relatos de amor, miedo, incertidumbre, dolor, de mujeres, hombres y niños. Una crónica de un futuro más bien incierto donde queda un pequeño lugar para la esperanza. La radiación es un sonido metálico y agudo que ha llevado a todos sus habitantes a la muerte. Y nosotros lo escuchamos en cada página.


Una lectura que te toca el alma. Después de ver la magnífica serie de HBO este libro es completamente necesario para entender la magnitud de la catástrofe, pues da voz a todos aquellos que en su momento no pudieron hablar, solo cumplir órdenes y callar ante el hermetismo que rodeó aquel desastre. La autora consigue que nos emocionemos con las voces de mujeres, hombres y niños que vivieron de una u otra forma un horror que continúa hoy día y que a nosotros nos parece inimaginable. Una lectura más que recomendable, aunque algunos testimonios puedan hacerse algo repetitivos y monótonos, pues su significado va más allá de la historia para convertirse en un grito de denuncia y advertencia para que algo así no deba repetirse nunca más en la historia.


Punto 5 del reto semestral de @marenpergamino , @irandy2002 y @JoseLuis25 , autor de un país del que no he leído nunca, completado. Me he quedado sin palabras. Cuando lo terminé tuve que esperar un rato para poder reaccionar. Este libro es un grito en nombre de todos aquellos a los que no se ha dejado hablar ¡durante casi 30 años! Una compilación de entrevistas a personas a las que, de un modo u otro, el accidente de la planta nuclear de Chernóbil, les cambió la vida. Me ha gustado que esté escrito en forma de monólogo, ya que eso les da todavía más voz a quien tuvo que guardar silencio por tanto tiempo. Esposas, madres, padres, hijos, que tuvieron que salir corriendo con lo puesto, obligados a abandonar a sus animales si querían ser evacuados, soldados y fotógrafos que “cumplían órdenes”, de científicos que no tenían muy claro lo que se hacía. Es una lectura que molesta y duele, tiene partes muy duras de leer, pero es necesario para aprender de nuestros errores. Desgraciadamente, a los que tienen el poder para cambiar las cosas desde arriba, no les interesa aprender, y los más débiles seguiremos sufriendo las consecuencias. Animo a que lo lea todo aquel que se sienta con fuerzas.


Es difícil hacer una reseña de este libro, me interese por él por el hecho que marco un hito en el tema de la energía nuclear utilizada para beneficio del hombre y no para la guerra. La estructura del libro se desarrolla a través de relatos de diferentes protagonistas que de una u otra manera estuvieron allí en esta tragedia. El libro en algunos capítulos se vuelve repetitivo, pero finalmente eso no es culpa del libro, es la historia q así marco a estos personajes. Algunos relatos más conmovedores que otros, pero en su mayoría son catástrofes individuales que cambiaron la vida de cientos de personas. Pero no solo el hombre salió damnificado, la naturaleza y el medio ambiente que no tienen voz, también fueron duramente golpeados x los daños irreversibles que se causaron. Muchos héroes en este libro. Me gusto mucho que hay un relato de los niños (duro leerlo), pero eso le rescató a la autora. El epílogo me sorprendió...


Voces de Chernóbil es un libro publicado en el año 1997,escrito por la premio Nobel bielorrusa Svetlana Aleksiévich. Con él ganó el Premio del Círculo Nacional de Críticos de libros de EEUU. Como suele hacer esta autora, en esta obra da voz a los que normalmente no la tienen;en este caso, a los afectados por el desastre de Chernóbil, algunos de los cuales fueron acallados por las autoridades de la URSS. Son variados los testimonios que recoge el libro, intentando plasmar la multiplicidad de la realidad. Desfilan varios personajes que nos cuentan sus vivencias y lo que para ellos significó el desastre de Chernóbil: esposas de liquidadores (bomberos, militares, mineros, etc. que fueron al reactor para minimizar las consecuencias del accidente), personas que no quisieron marcharse de sus hogares, niños enfermos, ingenieros físicos, etc. El libro me ha producido mucha pena, es terrible lo que ha tenido que sufrir esta gente, en parte por la incompetencia de las autoridades. Sobre todo es abrumador saber que la catástrofe afectó duramente a los niños;unos nacieron con graves malformaciones, otros ya no reían ni jugaban y eran conscientes de que iban a morir. También entristece el hecho de que sacrificaran a los animales domésticos. Una muestra de lo sobrecogedor que es: a la esposa de un liquidador le dicen:"No debe olvidar que lo que tiene enfrente no es ya su marido, sino un elemento radioactivo con gran poder de contaminación ". Me llamó la atención que había puntos en común entre los diferentes testimonios, como que no podían comprender lo que había pasado,;les habían dicho que el átomo en tiempos de paz era beneficioso, y que las centrales nucleares soviéticas eran las más seguras del mundo, y ellos lo creyeron, y ahora no sabían qué pensar. No sé si recomendaría esta obra, me parece muy buena, pero no es un libro apto para pasar buenos ratos, sino que te hace sufrir, y también reflexionar.


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FRASES DEL LIBRO VOCES DE CHERNOBIL

No puedo tenerle miedo a la tierra, al agua. A quien temo es al hombre.


Publicado porSoniagh

No debe usted olvidar que lo que tiene delante ya no es un marido, un ser querido, sino un elemento radioactivo con un gran poder de contaminación.


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