Si en Un caballito de cartón (Xordica, 1996) el autor evocó una infancia feliz, ahora el lector encontrará una adolescencia, una juventud y una primera madurez donde la pasión por la literatura domina. ¿Quién ha dicho que la literatura no es vida? ¿Que leer a escondidas en la vela de los escolapios no es vivir intensamente? ¿O que iniciar una carrera literaria en el Madrid republicano no es tan importante como cualquier otra afirmación de la personalidad? Literatura y vida, juntas.