incurrir en sentimentalismos ni trivialidades de ningún tipo, Chittister y Williams muestran cómo es posible, con absoluto realismo, asombrarse y prorrumpir en alabanzas ante cuanto ocurre en la vida diaria, a menudo incierta o desalentadora. Sus reflexiones tienen su origen en el convencimiento de que Dios es bueno, y que todo en la vida –incluyendo la duda, la muerte, el conflicto, la riqueza...– contribuye a su manera a dar vida. El sufrimiento, por ejemplo, nos llama a una nueva forma de ser, constituye el fundamento de la compasión y nos lleva mucho más allá de nuestro pequeño e infradesarrollado ego. La oscuridad revela que no todo crecimiento tiene lugar a plena luz, y que Dios se sirve incluso de nuestra vulnerabilidad y falta de control.