Uno de los clásicos del pensador polaco Premio Príncipe de Asturias La «vida líquida», habitual en nuestras sociedades modernas contemporáneas, se halla inscrita en un mundo que no mantiene por mucho tiempo una misma forma. Lo que define nuestras vidas es, por lo tanto, la precariedad y la incertidumbre constantes. Entre las artes del vivir líquido moderno, librarse de las cosas cobra prioridad sobre el adquirirlas.
Las fusiones y adquisiciones han creado un poder monopolista que captura las beneficios de los incrementos de la productividad agrícola. (...) Los intercambios voluntarios y el comercio de bienes entre iguales están dejando paso a una economía rural de control centralizado. (97)
Cuando desaparece la inseguridad, también están condenadas a desaparecer de las calles de la ciudad la espontaneidad, la flexibilidad, la capacidad para sorprender y la promesa de aventuras. (Centros comerciales, Viena) (p103)
El sexo sin amor, sin compromiso, sin condiciones, sin pensar en sus consecuencias, no debería ser considerado pecado, ni siquiera algo con lo que sentirse incómodo.