VIDA DE MARCO BRUTO

He quedado un poco decepcionada con este libro porque me esperaba una novela al estilo del Buscón ( narrativa más o menos lineal de una biografía) y me he encontrado con algo diferente. Quevedo, basándose en la biografía que Plutarco hiciera del hijo adoptivo de César, cuenta su vida desglosandola en varios textos y añadiendo al final de cada uno de ellos un discurso o explicación moralista. El escritor desgrana la vida de Marco Bruto, cuyo padre fue asesinado por el anterior gobernante. Julio César lo ampara y lo adopta pues cree que en el fondo es hijo biológico suyo, ya que tuvo una aventura con su madre. Al ir creciendo Bruto reconoce la perfidia de César, quien lo enfrenta a su mejor amigo y manipula a los que están a su alrededor para seguir ostentando un poder cada vez más absoluto. Bruto y sus compinches creen hacer un favor al Imperio al asesinar a Julio César( su mujer le avisa de que no es buena idea, pero nada ni caso) Al principio el pueblo lo aclama por deshacerse del tirano, sin embargo, cuando se lee el testamento de César en el que deja parte de su fortuna a sus soldados y al pueblo, se vuelven las tornas (¡cómo no!) y ahora el perseguido por tirano es él y debe huir precipitadamente. Quevedo es fiel a su estilo barroco, socarrón, moralizante y crítico. Aunque el personaje no sea actual, si lo son los comportamientos que critica. Nada nuevo bajo el sol.

Siempre pensé que leer a QUEVEDO es un mandato inoculado subliminalmente por BORGES en sus lectores. Luego de LOS SUEÑOS y EL BUSCÓN uno se queda con las ganas y el mandato hace sentir la abstinencia. Nosotros también tenemos a “nuestro Quevedo”, que es LUGONES, quien juzgaba a su adlátere el más noble estilista español. Este texto, "Vida de Marco Bruto", fue la última obra política escrita por Francisco de Quevedo Relata la vida de Marco Junio Bruto, el famoso asesino de Julio César. Constituye lo más original de la obra de Quevedo, de un estilo “conceptista” (que asocia ingeniosamente palabras e ideas), de una prosa barroca y por lo tanto muy amiga de la brevedad, de la elipsis y del erudito juego con las palabras. Quevedo, como buen amante de la retórica, pone en este libro un estilo oratorio que nunca había lucido antes con tanto énfasis..