Sinopsis de VIDA DE CALIGULA

Cayo Suetonio Tranquilo (h. 69 - 140 d. C.) nació cuando la dinastía de los Flavios subió al poder. En Roma, donde transcurrió gran parte de su vida, ejerció como secretario a sudies y a bibliothecis al servicio de Trajano y como secretario ab epistolae en la época de Adriano, cargo que le permitió el acceso a los archivos imperiales y la correspondencia entre César y Augusto, material que utilizó en sus Vidas de los doce Césares, su obra más conocida. Vida de Calígula (12 - 41 d. C.) narra la vida del tercer emperador del Imperio Romano. Hijo de Germánico, que era hijo adoptivo del emperador Tiberio, y de Agripina, Gayo César se crió entre soldados, a quienes debe el sobrenombre de Calígula. En el año 37, tras la muerte de Tiberio, Calígula sube al poder junto a Gemelo, nieto de Tiberio, a quien mandó asesinar. Si bien los inicios del reinado fueron prósperos, su enfermedad y la crueldad de su carácter le llevaron a la ruina y la indigencia. Su locura inspiró en muchos el deseo de acabar con él hasta que Querea y Cornelio Sabino le dieron muerte, a los veintinueve años de edad.

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XXX. No permitía que se ejecutase a nadie a la ligera, sino con continuos y controlados golpes, con la eterna y ya célebre orden de: «Hiérele de forma que note que se muere». Una vez que, debido a una equivocación de nombres, se ejecutó a otro individuo en lugar del que había sido condenado, afirmó que también aquél se había hecho acreedor al mismo suplicio. Continuamente pronunciaba aquellas macabras palabras: ¡Que me odien, con tal de que me teman! Mostrando los informes que había simulado quemar, arremetió con frecuencia contra todos los senadores, tachándolos de partidarios de Sejano, delatores de su madre y de sus hermanos, y justificando la crueldad de Tiberio, como si fuera algo inevitable, ya que tenía que creer a tantos acusadores. Encolerizado contra la masa del pueblo, que en el circo animaba a unos contendientes que no eran sus favoritos, exclamó: «¡Ojalá el pueblo romano tuviera un único cuello!». Un día que se le pedía que hiciese salir a la arena a un bandido llamado Tetrinio, repuso que todos los que se lo pedían eran también unos Tetrinios. En otra ocasión, cinco reciarios, que luchaban en grupo, habían sido vencidos, sin oponer resistencia, por otros tantos gladiadores; cuando los espectadores pidieron su muerte, uno de ellos, recogiendo el tridente, dio muerte a todos los vencedores. Calígula deploró en un edicto aquella matanza, tildándola de sumamente cruel, y maldijo a todos los que se atrevieron a contemplarla.


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