La novela que situó a Antonio Orejudo entre los autores más admirados de la literatura española actual. Después de dejar a su marido ingresado en un hospital psiquiátrico en el norte, una mujer regresa en tren a Madrid. En el vagón, un desconocido, para amenizar el viaje, le pregunta de pronto: «¿Le apetece que le cuente mi vida?». Se trata de Ángel Sanagustín, psiquiatra que trabaja en la misma clínica y estudioso de los trastornos de la personalidad a través de los relatos y los escritos de los pacientes. Esos textos son los que guarda en una carpeta roja que lleva consigo. Hay casos de esquizofrenia, de dobles vidas, de paranoicos convencidos del control gubernamental a los ciudadanos mediante la clasificación de sus desperdicios. Cuando el psiquiatra baja un momento en una de las paradas en busca de un refresco y pierde el tren, la mujer tiene en sus manos la carpeta con los escritos. Irresistiblemente, querremos leerlos con ella.
No hay por donde coger este libro, es una "ida de olla" total. No me ha gustado nada, demasiado escatológico y la forma de escribir de Orejudo, en ocasiones, hace que su lectura sea complicada. Lo único bueno que podría decir de este libro es que puedes sufrir con él en sus escasas 140 páginas y poder terminarlo en una tarde. Nada recomendable
2/10 Leer este libro ha sido una pérdida de tiempo, no lo recomiendo para nada. Al principio parecía que iba a ser interesante, el estilo me gustaba, pero ha resultado ser un montón de desvaríos, unas historias dentro de otras historias dentro de otras historias, pero todas sin sentido. ¡Menuda decepción! Parece que experimenta con distintas formas de escribir y en un momento dado escribe sin ningún signo de puntuación y curiosamente se lee bastante bien, como si estuvieras escuchando a esa mujer hablar. Eso me ha parecido interesante. Todo el rato tenía la sensación de que la última frase del libro iba a ser "¡Inocente!" o "¡Has caído en la inocentada!"