VENENO PARA LA CORONA

Veneno. Remedio medieval contra todo tipo de males: Cuernos, príncipes y reyes que estorban, clérigos y papas demasiado ambiciosos, venganzas... Al no existir CSI y con los hábitos alimenticios de aquellas buenas gentes, fue el crimen perfecto. Causa de la muerte, dos faisanes, tres cerdos, 4 kilos de buey y 5 litros de cerveza. Mala digestión y a rey muerto, rey puesto. Toti Martínez dibuja un fresco poco profundo pero muy riguroso sobre la parte menos conocida de los Trastámara, la lucha de poder por el trono de Navarra. La autora refresca la figura de Carlos de Viana, del que la historia parece haberse olvidado gracias a su hermanastro, que en esta guerra va con pañales y nada de culpa tiene, aunque fue la causa; Fernando, que años más tarde casaría con otra usurpadora de nombre Isabel, católica y marrana (no le gustaba mucho el jabón) Sin embargo la novela gira entorno a Jordana Gorria, mujer vejada, humillada, violada y abandonada que cruzará su camino con Juana Enriquez. (madre de Fernando) Sed de venganza de una, ambición de la otra las convertirán en aliadas perfectas, hasta que dejen de hacerse falta. Toti me convence en mi estreno por dos razones: Muy precisa en los datos históricos contrastados, y allí donde cabe la interpretación de cada cual, sale de la corriente conservadora siendo muy elocuente, lo cual me permite ver a personajes desde otro prisma. Sencilla, amena y didáctica en su prosa, aunque parca en datos, que aun dando mayor agilidad a la novela, los que amamos la historia los necesitamos como el aire que respiramos. Me gusta el papel de calzonazos de Juan II de Aragón permitiendo que su segunda esposa mueva los hilos de las intrigas para saltarse la línea sucesoria y las leyes por el arco del triunfo. Novelita amena sin ánimo de sentar cátedra que desempolva personajes y reinos olvidados y baja de pedestales a reyes que como tantos, también tuvieron sus sombras. Y un consejo, se acercan el día del padre, si comes o cenas en casa con la suegra, vigila cada movimiento. Hay venenos que no dejan rastro ni para el mismísimo Grissom (CSI Las Vegas)