Lo inmensamente urdido no parece tener lugar mejor que el pequeño mundo, un mundo de fuerza y contornos precisos. Ese universo, el de la brevedad, es el que despliega el poeta Aurelio Asiain en palabras que son instantes quietos y que se deslizan naturalmente para dar registro de la naturaleza, siempre asombrosa, y del amor, siempre anhelante, siempre sorprendente y milagroso. El lenguaje tiene en estos poemas breves insospechada contundencia, todo su poder, seductor y deli-cado, brioso y calmo.