Eunice y Leny, como Julia y Alexei en Tres años, no pueden ser más distintos. Ella es una joven que ama ir de compras y leer la información que se acumula en su äppärät; a él, en cambio, le gusta la buena vida, el buen vino y la comida saludable, aunque los adjetivos como bueno y saludable han transformado por completo su significado. Y por si esto fuera poco, Leny también disfruta de la lectura: tiene una colección de esos extraños objetos de mal olor, llenos de páginas con cubiertas duras y coloridas. No obstante: ¿qué pueden tener en común dos personas así? El anhelo, quizás, de amar y de ser amado, algo tan pasado de moda que, sin embargo, puede convertirse en algo muy peligroso.