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LITERATURA CONTEMPORÁNEA

UN VIEJO QUE LEIA NOVELAS DE AMOR

LUIS SEPULVEDA

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8,2

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Sinopsis de UN VIEJO QUE LEIA NOVELAS DE AMOR

Las aventuras y las emociones del viejo Bolívar Proaño. Antonio José Bolívar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (mal llamados jíbaros), y con ellos aprendió a conocer la Selva y sus leyes, a respetar a los animales y los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un buen día decidió leer con pasión las novelas de amor -«del verdadero, del que hace sufrir»- que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín para distraer las solitarias noches ecuatoriales de su incipiente vejez. En ellas intenta alejarse un poco de la fanfarrona estupidez de esos codiciosos forasteros que creen dominar la Selva porque van armados hasta los dientes pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida porque le han matado las crías.

42 reseñas sobre el libro UN VIEJO QUE LEIA NOVELAS DE AMOR

En 140 páginas Luis Sepúlveda escribe una obra de arte. Un libro precioso. A leerlo volví a sentirme como me sentía cuando leía al Gabo. Y es que los latinoamericanos escriben con intensidad. Son de matar o morir, de amar u odiar; gente pasional, de sangre caliente y letras cálidas. Uno los lee y se desboca, pierde el aliento, muere de amor o sufre hasta sentir el cuerpo pesado. Además, los latinoamericanos tienen una riqueza verbal inigualable. Son libros bien escritos, complejos y bellos (obviamente, hay excepciones), con lenguajes exquisitos que te llevan a leer y releer en voz alta meramente por el placer de saborear palabras hermosas. El libro Me fascinó. Sí, voy a atesorarlo... pero me rompió completamente el corazón. Porque más allá de la trama, tiene una clara intencionalidad de denuncia: ¿qué estamos haciéndole a la naturaleza? Y aquí es donde voy mal. Los animales me sensibilizan al extremo. Nunca prometí cordura. Sé que mis prioridades dejan mucho que desear. Pero no deja de ser cierto: me angustian mucho los animales maltratados (😭). Estuve pensando por qué me siento así, por qué me duele tanto...creo que se debe a que los animales son todos inocentes. Podrán ser violentos y letales, pero nunca son culpables, ni mezquinos, ni avaros y no odian. La maldad es exclusivamente humana: es el precio que pagamos por el raciocinio. Somos seres racionales pero también somos malvados. Adoré este libro, pero lo terminé y me sentí chiquita. Lloré, me enojé, me ahogué y me llené la boca de puro rencor. Los que deberíamos extinguirnos somos los hombres. Nos lo merecemos. (P.d: a pesar de que Sepulveda escribe este libro en el 92, creo que ya sabía que el tigrillo iba a terminar en peligro de extincion).


Cuando en mi reseña de Pedro Páramo digo que la ecuación esfuerzo/ recompensa no me sale a cuenta, en mi insuficiencia, argumento desde la razón. Le pese quien le pese, mientras que a Rulfo parece que se le cayó el manuscrito y no lo supo ordenar, Sepúlveda ha sido poseído por el demonio de la transparencia. Esta es la gran diferencia. La capacidad de un autor de facilitar al lector su propuesta, sin renunciar a la palabra exquisita y a la " locura" de un realismo mágico, que se me ha metido muy adentro. Pese a estar avisado en otras reseñas, acudí al libro tan sólo unos días después de la extracción de mi 47. Puntos de sutura y un hueco en plena cicatrización se hacen más llevaderos con el barbero/cirujano/dentista/ torturador/ traficante de novelas de amor que desembarca en El Idilio justo al comienzo de la novela, logrando las delicias de los lugareños y de mi cercana memoria. Haciendo de muela corazón, me adentro en el amazonas sin tener ni puñetera idea de donde me estoy metiendo. Pero, en lugar de hacerlo como un gringo en una armería, soy cauteloso, y voy pisando con respeto la maravillosa selva de palabras que el chileno pone a mi disposición. Afortunadamente me dejo llevar por la fuerza de Antonio José Bolívar Proaño y de su mano contemplo el estallido de colores, sonidos, olores, flora y fauna . Aquí el intruso soy yo. El personaje de Sepúlveda me enseña la soberbia del humano civilizado en un medio que desconoce, que malinterpreta y devasta. Y como la naturaleza, harta de que la corrompan, llora y herida de muerte. Ataca. Toda vez que la mezcla de analgésicos, vino y mensaje logran su equilibrio (que no el mío) disfruto también de otros aspectos del texto. El protagonista, sus rasgos, estilo de vida, peculiaridades, y en especial su forma de relacionarse con el entorno. Hombre que lee de pie, en voz alta, como un niño que está aprendiendo, y con una inmensa capacidad de entender aquello que no ha visto o desconoce. ¿Cómo no sentir empatía por el viejo Proaño? ¿Cómo no va a trascender el dolor de la tesitura a la que tendrá que enfrentarse? ¡Cómo no sentirlo en mi propia piel! Me encuentro muy a gusto con este tipo de autores que desde la brillantez y el orden, muestran una Latinoamérica profunda, que ya empiezo a tocar con la punta de mis dedos. Librito que denuncia como arrasamos con todo, incluso entornos que ni nos molestamos en comprender. A ver si con suerte, dejamos de hacer sangrar a la madre tierra. Aunque esto está más jodido, pues nos sentimos cómodos con la autodestrucción.


¡¡¡¡¡Atención!!!! Si usted es impresionable como yo, y odia el dentista por sanguinario y torturador, el comienzo de este libro ¡¡¡¡ dolerá!!!! , Pero por suerte ,no es la historia de un dentista, sino la historia de José Bolívar Proaño. Nuestro protagonista llega al pueblo, El Idilio, junto con su esposa Dolores como nuevos colonos pero las vicisitudes de la vida lo llevaran por otros caminos. Se adentrará en la selva y aprendera las costumbres de los indígenas Shuar ,se convertirá en un gran cazador pero la vida nuevamente lo llevará a descubrir que sabe leer y a buscar qué tipo de lector es el, Se preguntará qué le gusta leer, y saldrá en la búsqueda de la literatura que le guste. Un libro delicioso, donde nos muestra el camino de este señor fuerte y poco instruido para deleitarse con la lectura. El, saborea los libros, lee los pasajes y los relee, le busca el significado e imagina cómo será el mundo más allá de su selva. Un libro hermoso, donde no importa el tipo de libro que uno lee si no lo importante es que uno lea. Lo recomiendo. ⚠️⚠️⚠️ Si te gusto mí reseña o la de cualquier otro usuario de ALIBRATE el like va en el corazón grande al lado de donde dice Te ha gustado esta reseña 💙 en caso de duda en ambos corazones Gracias 😀😀😀😀


Enero 2022 En una novela hay veces que nos cuentan un par de historias de los protagonistas y algunos personajes secundarios, otras veces una nada más y esa es, la trama y otras veces muchas historias que se van uniendo unas con otras en una novela coral. En Un viejo que leía novelas de amor nos encontramos varias y todas historias maravillosas en un libro que no llega a cien páginas, os preguntaréis cómo es eso posible, pues con una gran maestría y una excelente prosa que hace que la pequeña novela en páginas se te vaya en un suspiro, pero Antonio José Bolivar Proaño se queda para siempre. Prepárate si eres sensible para el Doctor Rubicundo Loachamín, si te da miedo el dentista y tienes que ir próximamente, quizás debas leer la novela después de su consulta, es a él a quien le debemos el título de la novela, es el Dr. quien surte de novelas de amor a nuestro protagonista, que las lee de pie en su choza, en soledad frente al río Nangaritza. Proaño, tiene una preciosa historia de amor, de las que duran toda la vida, independientemente del devenir de los acontecimientos, que marca su vida y su forma de vivirla, lo que le hace estar en pleno contacto con la naturaleza y amarla sintiendo su latido y su queja, el libro te hace sentir ese respeto y veneración que deberíamos tener por nuestro planeta, porque nosotros, estamos de paso y es nuestro deber velar por su permanencia. Hay otra historia que es la del alcalde, que desgraciadamente es más de lo mismo, estamos acostumbrados a verlo en noticias, más o menos de igual o parecido calibre. Sinceramente por el título me esperaba otra clase de libro, me ha, sorprendido y me ha gustado, deja que te sorprenda a ti también. La canción que se me viene al cabeza con este libro es una de Roberto Carlos que se llama Yo quisiera ser civilizado como los animales 🎶... Yo quisiera no ver tantas nubes oscuras arriba navegar sin hallar tantas manchas de aceite en los mares y ballenas desapareciendo por falta de escrúpulos comerciales Yo quisiera ser civilizado como los animales ... 🎶 🎼 Aclaración musical 🎼 Lo mismo la canción tiene que ver con el libro lo que se parece un 🥚 a una 🌰 pero si una estrofa o el estribillo a mi me lo recuerda ya es válida 😜 lo suficiente para que al leerlo canturrees un poquito. 😚 📌SI TE HA 😍GUSTADO 😍 MI RESEÑA O LA DE CUALQUIER OTRO USUARIO 💁🏽🙋🏼‍♀️DE ALIBRATE PINCHA EN EL LIKE QUE VA EN EL CÍRCULO 🔘CON UN 💙CORAZON GRANDE AZUL JUSTO ⬇️⬇️⬇️ A LA DERECHA, AL LADO DE DONDE DICE: ¿TE HA GUSTADO ESTA RESEÑA ? 📌📌


Junio 2021 "Un viejo que leía novelas de amor" no es un libro cualquiera, es una proclama del deber de respeto a la Madre Naturaleza que tenemos los humanos. Una obra escrita en un lenguaje tan preciso como precioso, que nos transmite, en ese tono cadencioso y sosegado tan característico de la prosa latinoamericana, un profundo sentimiento de amor a la Selva. Pero ademas critica sin piedad al hombre occidental, que cargado de razones, rifles y poderosas máquinas y en aras del progreso, destruye el ecosistema sin pensar en las nefastas consecuencias que ello entraña para la pervivencia del Planeta Tierra. Así de simple y así de duro. Antonio José Bolívar Proaño llegó cuando era apenas un joven recién casado a la Amazonia en busca de un futuro mejor y dispuesto a conquistar esta tierra inhóspita. Allí los indios shuar le enseñaron a conocer y respetar las leyes de la selva y a los seres vivos que allí cohabitan, como único medio para sobrevivir. Hoy, siendo ya un anciano deja pasar los días leyendo en su casita del pequeño pueblo de El Idilio novelas de amor. Pero esta tranquilidad se ve alterada el día que la autoridad local acude en su busca para dar caza a una tigresa que ha atacado a un colono. Magnifica labor de reivindicación y concienciación la que hace el autor a través de este entrañable personaje que un día aprendió a amar la selva amazónica y que hoy busca refugio en su pasión por la lectura mientras observa con estupor la explotación inconsciente a la que es sometido el principal pulmón del planeta, sabiendo que si persistimos en esa actitud desembocará irremediablemente en su debacle y destrucción. Interesante y más que recomendable lectura.


Un libro que se lee en un día. No solo por la cantidad de páginas sino por el ritmo y la manera de narrar de Sepúlveda que te invita a la lectura sin esfuerzos y con placer. Antonio José Bolívar Proaño vive en un pueblo del Amazonas y sus dos posesiones más preciadas son su dentadura postiza y una lupa que usa para leer esas novelas de amor que caen en sus manos gracias a la complicidad del dentista del pueblo. Novelas de amores idílicos que lo hacen ruborizarse y cuestionarse sobre su propia vida amorosa, amando a una sola mujer. En medio de esas horas que disfruta de la lectura, recostado en su hamaca, la tragedia tiñe de sangre al poblado y la selva se cobra la vida de humanos y animales. Pero... cuando llegas al final, es imposible no preguntarse ¿quién es realmente la victima? ¿Los cazadores o las bestias que sucumben bajo el poderío de sus armas? Una historia que, plagada de valores morales y sentimientos, invita a reflexionar.


Un viejo que leía novelas de amor es la historia de Antonio José Bolívar Proaño, un anciano que vive en El Idilio, aldea situada en la selva amazónica. Conoceremos su juventud, su boda, su llegada a la selva, su convivencia con la tribu Shuar, y cómo va aprendiendo a vivir en la selva, a respetarla y amarla. Allí aprende a leer, y le pide a su amigo Rubicundo Loachamín, dentista que visita la aldea dos veces al año, que le lleve libros, novelas de amor, pero de amor del que duele. Es una historia corta pero apasionante. Merece la pena leerla despacio y deleitarse con cada una de las palabras, con cada una de las frases, porque la riqueza de vocabulario y narrativa del autor no merecen menos. Es también una denuncia de nuestros atropellos a la naturaleza, denuncia a los colonos que a lo largo de la historia se han creído con derecho a avasallar aquellas tierras a las que han llegado, menospreciando a los habitantes autóctonos y destruyendo su medio de vida, su vegetación, su flora y su fauna. Y es un canto al respeto a la naturaleza, a las costumbres, a las personas, a las distintas formas de vida. Me ha parecido un libro precioso, que narra una historia bella y triste a la vez, con toques de un humor irónico e inteligente, con pintorescos e interesantes personajes. Una historia que te tiene por momentos con el corazón en un puño, y con un final que me ha tocado el corazón. Yo lo he disfrutado mucho y sin duda lo recomiendo.


Esta maravillosa y preciosa historia es la primera que leo del autor y me ha sorprendido muy gratamente, la he leído de un tirón y ha sido una lectura deliciosa. Y como me ha sabido a poco, acabo de buscar en la biblioteca otro libro: "La lámpara de Aladino", que contiene 12 cuentos. Y le seguirán otros que ya tengo ubicados... Leer esta novela de apenas 140 páginas me ha recordado los buenos ratos que he pasado leyendo al "Gabo", del que aún me quedan historias por leer. Nos cuenta la historia vital de Antonio José Bolívar Proaño, que vive en un remoto pueblo de la amazonia llamado El Idilio. Conocemos su historia desde que era niño y lo prometieron con 13 años a la que fue su mujer, con la cual emprendió la aventura de ir a vivir a la selva con la promesa de unas tierras y un futuro mejor. Conocemos también la vida de los que le rodean y las aventuras que ha vivido hasta llegar a la edad madura y a la vejez, su amor y respeto por los animales y los indígenas y su conocimiento de las leyes de la selva que le han ayudado a sobrevivir en un entorno tan peligroso. También conocemos su afición y pasión por las novelas de amor, el amor del verdadero, del que hace sufrir... que le acompañan en sus ratos de ocio y llenan su soledad. Una historia entrañable que te recomiendo esperando que la disfrutes como yo. ¡Feliz lectura! 8 de septiembre de 2023


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