De la escritura de Turgenev, me gusta ese dejo de nostálgica pesadumbre. Que bien puede ser debido únicamente a mi interpretación, al hecho de que su prosa no se mete en mi, hace que yo me convierta en testigo directo de lo que narra. Tanto en “ Padres e hijos” como en “ Primer amor “ he atisbado al espejo de mi alma, en la figura de las circunstancias, no de sus personajes. Me ha resultado familiar lo leído, he asistido a ello. En un sueño, he redescubierto lo ominoso que acompaña los sueños/ vigilia. Donde lo que sucede parece estar al alcance de la mano, donde se vuelven realidad los deseos, los temores, el curso mismo de la vida. Y el despertar genera algún incontrolable deseo de revancha, o al menos suspicacias en quienes siempre intenta uno considerar que merecen todo su afecto y gratitud. Con este relato me introduce en esa búsqueda que sobreviene tras la pérdida inconsciente, la ausencia persistente. De algo largo tiempo añorado. Y el deseo de complacer y castigar, si así juntos, a quien consideramos responsable de la misma. Un joven huérfano de temperamento melancólico descubre su verdadero origen, concebido fuera del matrimonio, y sueña con su padre, sueña dormido, sueña en vigilia, sueña que recupera lo perdido, sueña con redimir a su madre, dentro de ese sueño/ vigilia , recupera, solo para perder a un padre que se creía muerto, y de quien parece corroborar su muerte, solo para volver a convertirla en una nueva incertidumbre. “ tras un alto muro que no es posible trasponer, me desgarran el corazón.y yo lloro con los ojos cerrados, incapaz de comprender si es un ser humano el que gime , o si escucho el prolongado y salvaje rumor de un mar encrespado. Y de nuevo se escucha el murmujeo de una fiera , y yo me despierto con angustia y pavor en el alma “ Corta novela, cortos capítulos, corto desarrollo, corta( aunque ominosa ) lectura, como cortos suelen ser los sueños , como corta es la vida, aunque la nostalgia siempre la haga ver larga.
Verdad es que estas sensaciones hostiles podían haber sido provocadas, hasta cierto punto, por unos extraños arrebatos de sentimientos malignos y criminales, incomprensibles para mí mismo, que despertaban de tarde en tarde dentro de mí
Si hubiera latido en mí la vena poética, probablemente me habría dedicado a escribir versos; de haberme sentido atraído por la religión, quizá me hubiera hecho fraile. Pero, como no experimentaba nada de eso, continuaba soñando y esperando.