Este nuevo libro viene a confirmar la posición del autor de poeta primordial de la generación del 50. Se aleja ahora de la influencia de la poesía china y japonesa que caracterizó su temprana Carta a Li-Po en 1975 y que se ha prolongado hasta El don de la ignorancia, aunque mantiene su interés por el budismmo y el taoísmo. En esta obra explora formas más enunciativas, poemas algo más extensos.