Las apariencias engañan y el pasado siempre sale a relucir. Ésta es la desgracia que, de repente, caerá sobre lord Chiltern, personaje cosmopolita, político de éxito y hombre dotado de todas las cualidades para ser un marido ideal.
Todos los pecados, excepto el pecado contra él mismo, debía perdonarlos el amor.
El optimismo empieza con una mueca explícita y el pesimismo termina con gafas de sol. Además, los dos son simples poses.
Si se pudiera enseñar a hablar a los ingleses y a escuchar a los irlandeses, la sociedad sería civilizada.
¡Yo amo la sociedad de Londres! Opino que ha mejorado inmensamente. Ahora está compuesta enteramente de bellos idiotas y ocurrentes lunáticos. Exactamente como debe ser una sociedad.