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Sinopsis de UN JUEGO DE NIÑOS
La determinación de una niña de doce años por llegar al fondo del crimen que se llevó a su hermano cuando ella era solo un bebé en el estado de Misisipi. Desde siempre los Cleve han tenido la sana costumbre de rememorar juntos de la historia familiar. Todos hablan de todo, pero nadie se atreve a recordar la tarde de verano en que el pequeño Robin apareció ahorcado de un árbol del patio trasero de la casa.La sorpresa y el dolor han trastornado a la señora Cleve, que desde entonces deambula como un fantasma por las habitaciones sucias, mientras el padre cura sus males en brazos de otras mujeres, y la abuela saca fuerzas de flaqueza para dominar tanta locura.Harriet, la hermana menor de Robin, era un bebé cuando tuvo lugar el crimen, y ahora es una niña de doce años con las rodillas llenas de rasguños y el ánimo peleón de quien acaba de estrenarse en la vida. Es ella la única que parece preocuparse por saber el nombre del asesino, pero ¿será capaz de resolver un caso que la policía ya tenía archivado?Muy lejos de la sensiblería y muy cerca de la gran literatura en la tradición de los mejores narradores del siglo XIX, Donna Tartt nos devuelve al tiempo de nuestra infancia con Un juego de niños, una novela tan hermosa como esas largas tardes de verano en que todos, alguna vez, hemos tenido miedo de crecer.
3 reseñas sobre el libro UN JUEGO DE NIÑOS
Inicié la lectura en febrero y se fue intercalando con las demás lecturas. Me gustó mucho la premisa inicial y odié sus capítulos larguísimos que no se acababan nunca. Pensé abandonarlo muchas veces, pero como era el único libro que me faltaba de esta autora, seguí adelante hasta que el capítulo 5 me reenganché con la historia y finalmente lo terminé. Bueno, no es un libro para todos, pero finalmente a mí me gustó. Ahí verán ustedes.
Siento debilidad por la forma de escribir de Donna Tartt y aunque entiendo que a una gran mayoría decepcione, a mi me gustó y mucho...
La familia Cleve está compuesta por mujeres: los padres y maridos han muerto o se han marchado, y el pequeño Robin apareció brutalmente asesinado años atrás. Todas ellas, tres generaciones de mujeres fuertes y sensibles a su manera, inteligentes y aferradas a sus mundos privados, están atadas al pasado: a la casa familiar perdida, a la crianza que han tenido, a todas las pérdidas que las han marcado. Harriet, la más joven de ellas, decide un día que no parará hasta resolver el crimen de su hermano y comienza sus pesquisas ante el silencio de lo ocurrido aquella tarde y los prejuicios. Determinada a cobrar venganza no temerá inmiscuirse entre personajes de dudosa calaña y guiada por su perspicacia y las semillas de rencores típicos de la época y la sociedad en la que crece, llegará hasta las últimas consecuencias, poniendo su propia vida en riesgo. Después de haber leído El Secreto, la primera novela de la autora, Un juego de niños (la segunda) me sorprendió por lo diferente que es, no solo por la historia que plantea sino por su manera de contarla. Desde la primera página me sentí cautivada por la narración y, aunque en muchas páginas no pasa nada, el ritmo y el modo de irte incorporando a esa vida familiar y presentar a personajes tan complejos es realmente atractivo y empiezas a sentir que no quieres que se acabe nunca. Es una novela para leer lentamente, un libro con un ritmo particular que por momentos te hace sentir que vas en una montaña rusa y todo comienza a tomar una velocidad de vértigo y no hay modo de que imagines cómo puede terminar. Un libro para leer sin prisas y disfrutar cada minuto de las imágenes, los símbolos y los planteamientos que propone, y solo por eso se disfruta muchísimo y para mí se convirtió, por ahora, en mi favorito de la autora.
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FRASES DEL LIBRO UN JUEGO DE NIÑOS
Por más que eso significara que había fracasado, se alegraba. Y si bien lo que quería había sido imposible desde el principio, encontraba cierto triste consuelo en el hecho de que, aun sabiendo que era imposible, se había lanzado y de todos modos lo había hecho.
A Harriet, le ardían las mejillas. Los guantes habían costado tres dólares, para la pobre Ida, aquello era casi el jornal de un día. Ahora que lo pensaba, se daba cuenta de que los guantes rojos eran el único regalo que Ida le había hecho jamás. ¡Y los había perdido!
Harriet reflexionaba sobre cómo la vida había maltratado a los adultos que conocía, a todos. Había algo que los ahogaba cuando se hacían mayores, que les hacía dudar de sus propios poderes. ¿Pereza? ¿Costumbre? Dejaban de luchar y se resignaban a aceptar lo que ocurría.
Para Harriet entrar en el dormitorio de Libby, con sus persianas de madera y las paredes pintadas de azul claro, fue como sumergirse en un agradable reino submarino.
