El poeta Guillaume Apollinaire, paseante de las dos orillas, y a caballo siempre entre el orden y la aventura, retornaba en enero de 1915 al 38.o Regimiento de Artilleria de Campana de Nimes tras unos dias de permiso. En el compartimento del tren que habia tomado en Niza, mal amado como siempre habia creido el de si mismo, conocio a la joven que habria de convertirse en la imagen de su deseo durante los dias mas crudos de las trincheras. Una intensa relacion epistolar, tierna como el recuerdo, tierna como la propia Madeleine, sirve para edificar los cimientos de un amor ideal que permite a Guillaume sobrellevar el horror de la guerra, pero que se derrumbara, segun dicen, cuando una esquirla de obus se aloje en el interior de la cabeza del poeta y una estrella de sangre lo corone para siempre. UN DÍA ME ESPERABA A MÍ MISMO, propone, entre la realidad y la ficcion, retomando el relato cotidiano de los hechos y los terribles, aunque hermosos, poemas de las trincheras, recrear esa historia de palabras y silencios que, entre Madeleine y Guillaume, se tejio y destejio en los ramales de esa guerra cuyo horror apenas nadie puede narrar. Aunque, tal vez, esa historia de amor, como un poema de guerra inacabado, nunca llegase a destejerse del todo. Sea como fuere, esta novela construye un texto trenzado, al modo de un entramado de materiales dispersos, que permite ofrecer una vision, desde lo poetico siempre, del horror de la guerra y de la belleza del amor. Las cartas, las reflexiones, los poemas, los objetos cotidianos o las fotografias componen un album que es el retrato de Guillaume, tambien el retrato de Madeleine, pero, sobre todo, el detallado retrato de un modo de concebir la vida y la existencia, el amor y la poesia, siempre a caballo entre el orden y la aventura.