El entorno escolar donde se desarrolla la infancia y la adolescencia ha de propiciar un aprendizaje de las relaciones interpersonales que favorezca el proceso de socialización en un marco de convivencia. Este conocimiento es fundamental para evitar que factores de vulnerabilidad puedan propiciar actitudes o conductas marginadoras o negativas. Por eso, es necesario un cambio de mirada por parte de las personas adultas y de la sociedad.