TU ERES MI BUENA ESTRELLA

Mayo/21/2021 Que lectura más sensitiva, delicada, extraordinaria, maravillosa, me hizo carcajearme en muchísimas ocasiones gracias a sus ingeniosas ocurrencias y su portentosa imaginación. Ninon esta chiquilla de nueve años es tremendamente madura, sensata, dotada de una mente prodigiosa, me hizo vivir unos momentos muy dulces, tiernos, amables, imposible no enamorarse de ella. Ninon tiene una hermana pequeña llamada Agathe, la cual cuidara y protegerá como si de una madre se tratase. A pesar de las circunstancias difíciles que surgen en esta historia debido a la separación de sus padres, ella es feliz vislumbrando todo de una forma muy positiva, explorando constantemente en dar con las soluciones a los problemas con los que se topa. Una lectura que no dejo de maravillarme, debido a las conclusiones que saca de la vida, a sus respuestas en su mente para explicar y entender las situaciones que la surgen. En gran parte esta historia está expuesta en presente por la pequeña, aunque entre estas riquezas y frescuras de páginas nos encontraremos que también nos describe cosas del pasado, relatado con una prosa sorprendente bella, fresca, me adentre en una lectura llena de chispa, ingenio, agudeza. Una lectura con sabor a gominolas, con un gran aroma a niñez, cuando todo es felicidad, cuando teniendo cerca los problemas, se divisan muy lejos, y es que desde la niñez se ven las cosas de otro color, por eso de mayor quiero ser niña. Acabo de recordar una frase que anote ya no recuerdo de donde “Todas las niñas tienen algo de las mujeres que serán y todas las mujeres tienen algo de las niñas que fueron”. Posdata: Pero nunca olvidéis que la historia que cuenta un libro no siempre es igual. Extractos del libro: Mi padre nunca ha cerrado nuestra casa con llave porque cree en la justicia natural: si confías en los ladrones, no los atraes. Las cosas buenas hacen que olvidemos las malas. Se ha quitado los zapatos para que la hierba nocturna le haga cosquillas en los pies. — ¿Ni siquiera sabes escribir mamá. —No, no me sirve de nada escribirlo, porque nunca digo mamá. —Nunca… nunca dices mamá. —No, la llamo Zélie, porque es un nombre muy bonito y además es mucho más personal y para mí ella es Zélie. La mujer me dijo que no le gustaban los niños deslenguados, y yo le contesté que no comía pescado porque a este paso íbamos a vaciar el mar. Perdón lo siento perdón por llegar tarde es que mi despertador no se ha despertado. Un médico es una persona muy seria que se sienta a su mesa, escribe en papeles y se levanta muy despacio y sin hacer ruido para escuchar el corazón y poner un flotador en el brazo. Zélie odia a los médicos, no cree en ellos lo más mínimo; dice que se han aprendido un libro de memoria y que fingen saberlo todo. Dice que dan medicamentos de la ausencia a cualquiera sin buscar en la infancia. El maestro también hace otra cosa graciosa: nos hace yoga mental. Nos quedamos en silencio cinco minutos, apoyamos la cabeza en la mesa y tiramos los pensamientos a la papelera agitando los dedos. Crecer da dolor de barriga, se te hace un nudo muy apretado en medio del estómago. Crecer es muy triste, dan ganas de llorar sin lágrimas. Los músicos contemplan la naturaleza para inspirarse, escriben poemas, están enamorados de alguien que no lo sabe y que se llama Musa. Las conocidas son gente de la que has oído hablar pero que no has visto. En realidad las habitaciones son inútiles, son sitios en los que tienes que simular que juegas mientras los mayores dicen maldades. A veces me siento totalmente vacía. Como si mi cabeza hubiera vomitado los pensamientos y las grandes ideas, como si se me hubiera endurecido el corazón, como si se hubiera protegido debajo de una capa de porcelana. La verdadera felicidad está en la cabeza, es invisible, está en el instante presente; es como una conjugación que no hemos entendido, no se conjuga en futuro imperfecto, sino que es perfecta, siempre está donde no se la espera, basta con abrir los ojos.