La historia del despertar espiritual de Henry V. Miller, empleado de la compañía telegráfica. Las experiencias sexuales, laborales y familiares de un empleado de la Western Union sirven de hilo conductor a una ficción autobiográfica de la que surge con inusitada fuerza la crítica mirada de Miller hacia el mundo y los hombres que le rodean, sus disquisiciones filosóficas y su poderoso canto a la individualidad. Convencido de que el futuro de la literatura estaba en lo autobiográfico, una senda que tendría continuidad en Jack Keoruac y posteriormente toda una legión de escritores norteamericanos, Miller dio un paso realmente importante en la evolución de la literatura con su personal modo de enfocar el arte narrativo. Junto conTrópico de Cáncer, esta es sin duda la novela más lograda de todo un clásico de las letras en lengua ingle
Uno de mis libros preferidos. Me maravilla Miller. Un viaje al infierno de las grandes ciudades. La alquimia literaria del autor transforma este periplo por las vidas miserables en una obra de arte.
Un poco carente de ritmo, pero interesante a pesar de todo. Algunas situaciones del libro son desternillantes. En general está bien.
Una vez que has entregado el alma, lo demás sigue con absoluta certeza, incluso en pleno caos.
Pero aún cuando todo lo que digo sea falso, parcial, rencoroso, malévolo, aún cuando sea yo un mentiroso y un envenenador, aún así, es la verdad, y tendrán que tragarla.
Era cierto. Solo tenía altibajos. Largos períodos de abatimiento y melancolía seguidos de extravagantes estallidos de júbilo, de inspiración parecida al estado de trance. Nunca un nivel en que fuera yo mismo. Parece extraño decirlo, pero nunca era yo mismo.
La música es el abrelatas del alma. Te hace tranquilizarte terriblemente por dentro, te hace tomar conciencia de que hay un techo para tu ser.
Creo todo lo que me dices, pero también sé que todo resultará de forma diferente. Te considero una estrella y una trampa, una piedra para inclinar la balanza, un juez con los ojos vendados, un agujero en el que caer, un sendero por el que caminar, una cruz y una flecha.
Yo por lo menos sabía que era desgraciado, que era pobre, que estaba desarraigado, que desentonaba. Ese era mi único consuelo, mi única alegría. Pero no bastaban. Habría sido mejor para mi paz espiritual, para mi alma, que hubiera expresado mi rebelión a las claras.