Stan Laurel acude al detective Philip Marlowe, para que averigüe por qué ya nadie lo llama para trabajar. Parodiando al conocido y esquemático cine norteamericano, la narración origina acontecimientos en los que el propio Soriano aparece como personaje para volverse cómplice de Marlowe y enfrentar así a las figuras más detestables. “Tenía la obsesión de Laurel y Hardy desde mi infancia. Y desde que descubrí a Chandler estaba fascinado con Philip Marlowe. Pero hizo falta que un gato me diera la idea de la novela: el único capaz de investigar la historia del Gordo y el Flaco era un detective profesional como Marlowe. Me metí como personaje para divertirme: pensaba sacarme, pero cuando la di a leer a los amigos y vi que funcionaba, lo fui dejando para más adelante, y un día la terminé. Tenía treinta años, era el año 1973”. Osvaldo Soriano