Stan Laurel acude al detective Philip Marlowe, para que averigüe por qué ya nadie lo llama para trabajar. Parodiando al conocido y esquemático cine norteamericano, la narración origina acontecimientos en los que el propio Soriano aparece como personaje para volverse cómplice de Marlowe y enfrentar así a las figuras más detestables. “Tenía la obsesión de Laurel y Hardy desde mi infancia. Y desde que descubrí a Chandler estaba fascinado con Philip Marlowe. Pero hizo falta que un gato me diera la idea de la novela: el único capaz de investigar la historia del Gordo y el Flaco era un detective profesional como Marlowe. Me metí como personaje para divertirme: pensaba sacarme, pero cuando la di a leer a los amigos y vi que funcionaba, lo fui dejando para más adelante, y un día la terminé. Tenía treinta años, era el año 1973”. Osvaldo Soriano
Meh. Me pasó por el costado sinceramente. Esperaba un poco más de Soriano, porque Cuarteles de Invierno me había gustado y no deja de ser un autor renombrado a nivel nacional, pero no lo disfruté. Es una prosa sencilla, con una trama muy simple pero con la vuelta innecesaria del caso de adulterio que investigan Marlowe y Soriano. Podría ser tranquilamente un cuento en el que se omitan esas páginas. Lo sentí como una novela barata al estilo Sidney Sheldon, sin ánimos de ofender a sus lectores. No me atrapó ni la recomendaría porque la lectura social que se le atribuye a la novela está demasiado estereotipada para mi gusto, lo que vuelve a los personajes de Triste, Solitario y Final muy chatos. Supongo que está bien para pasar el rato y leer algo rápido, pero no me dejó nada.