TRAVELS WITH A DONKEY IN THE CÉVENNES

“Viajo no para ir a ningún lado, sino para ir. Viajo por viajar. El gran asunto es moverse." Quizás debido a sus grandes novelas, como "La isla del Tesoro" o "Dr Jekyll and Mr Hyde", se nos olvida que Stevenson fue un cronista exquisito. Sus diarios de viajes son verdadero tesoros por descubrir. En un lenguaje sencillo pero muy poético, el autor nos va describiendo lo que va viendo, su amor por la naturaleza y la aventura, nos adentra en aspectos históricos de los lugares que visita, nos regala sus reflexiones más profundas, sorprendiéndose pero no juzgando. Un mochilero del siglo XIX, en este caso se aventura en la región de las Cevennes, una cadena montañosa al sur de Francia, acompañado por Modestine, una mula de carga, con la que vive una serie de aventuras y le servirá de compañia. Zona difícil, poco poblada, llena de naturaleza virgen, fue el escenario de una cruel guerra religiosa en el siglo XVII entre católicos y protestantes (los famosos Camisardos). Si bien los hechos ocurrieron siglos atrás las consecuencias siguen latentes al momento de escribir el relato. Ciudades exterminadas, ciertos odios colectivos, hacen reflexionar al autor (y al lector) acerca de la intolerancia religiosa de ambos lados. El autor pernocta en un convento donde los monjes quieren convencerlo acerca de la religión católica, y lo mismo sucede con los protestantes con los que se cruza. Stevenson, no precisamente un religioso, hace una crítica mordaz. Su verdadera religión es la naturaleza y las descripciones son bellísimas. Uno de los capítulos más conmovedores es cuando nos habla de la maravilla de dormir a la intemperie bajo un cielo estrellado, sensación que solo podemos compartir los mochileros como él. En fin, un libro delicioso.