'Enseñar a morir es, a la larga, la tarea de la metafísica. Sin la muerte la metafísica no pasaría de ser confianza ciega en la razón y, además de ciega, vacía. La muerte es el aguijón que nos mantiene alerta. El modo más eficaz de eliminar la metafísica es eliminando ese aguijón, haciendo de la vida un simulacro sin principio ni fin'. Estas palabras con las que Fernando Inciarte se refiere a la metafísica ofrecen una clave para entender el confuso panorama filosófico actual; guardan una íntima relación con la idea tan extendida de que la metafísica es un saber superado.