Narrada en primera persona desde un manicomio donde está recluido, el Joven Jarvis Dudley hace una retrospección contando, como el extraño interés que profesaba desde niño por una tumba cercana a su morada, hizo que de alguna manera se manifestase en el una fantasía abominable en su obsesión por salir de lo común y del confinamiento sufrido desde niño. Una especie de transmutación, al ocupar uno de los ataúdes vacíos, lo transportaba a épocas pasadas y extrañas costumbres. Este tipo Lovecraft sabe lo que hace; la ambientación, la capacidad para reflejar la sicología del personaje y esa exquisita narrativa te dejan con querer más.