SIN RUMBO

"Nada en el mundo le halagaba ya, le sonreía; decididamente nada lo vinculaba a la tierra. Ni ambición ni poder, ni gloria, ni amor, nada le importaba, nada quería, nada poseía, nada sentía. Desalentado, rendido, postrado, andaba al azar, sin rumbo, en la noche negra y helada de su vida". Publicado en 1885 e influenciado por el naturalismo de moda, Cambaceres pinta un protagonista, Andrés, hombre sin escrúpulos, hastiado de la vida. Nada lo conforma, nada lo alienta. En una forma de escritura cercana al folletín, el autor cuenta las aventuras de este ser por momentos detestable, que utiliza y engaña a las mujeres por diversión o aburrimiento. Hasta que un suceso le cambia la vida para siempre. 

Andrés es un acomodado estanciero que está desencontrado con la vida. El tedio de la vida rural lo apacigua con su desenfreno sexual hacia Donata, hija de un puestero de sus tierras. Aun sabiendo el embarazo de Donata, Andrés se muda a la ciudad para vivir la experiencia urbana, el teatro y cortejar con actrices. Tras un desengaño, vuelve a su estancia, se entera de la muerte de Donata y reconoce la paternidad de Andrea. Sin embargo, una dolorosa enfermesad de su hija lo terminará por derribar anímicamente: ni la suerte de su estancia ni su propia vida, le interesa ya. Leí a Cambaceres para figurarme una representación de la vida del siglo XIX. Algunas apostillas de ese tiempo pude encontrar en los paisajes rurales y urbanos que describe, pero sobre todo en el trato social de un estanciero privilegiado que abusa de su poder en lo sexual con la hija de un trabajador y el trato con la propia peonada.

Siempre es un gusto conocer de Cambaceres. Aunque prefiera obras como En la Sangre, Sin Rumbo tiene la crudeza del ambiente rural del siglo XIX argentino, naturalmente por la gran capacidad descriptiva de su autor. Con el transcurrir de la novela se vuelve más interesante, con un final tenso y agobiante. Es una gran obra, la recomiendo con calma.