¿No ves que esa sombra que protegía nuestro sueño de vivir —la sociedad, la cultura, la política, la religión— parecen haberse diluido dejándonos a la intemperie? ¿Quién cree en algo? ¿Quién cree en alguien? Pero no, la Política no mancha las manos sino que algunos políticos se manchan las manos. Nos quejamos: ¿qué va a pasar? Pero no nos atrevemos: ¿qué vamos a hacer? Necesitamos jóvenes que se adentren en la buena Política; que la busquen como servicio. Y sobre todo sin esquivar nuestro compromiso de ciudadanos, sí el de súbditos. Deseamos vivir con y para otros en instituciones justas.