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Sinopsis de ROJO Y NEGRO

Narra los esfuerzos del hijo de un carpintero para ser una persona de alta sociedad pese a su juventud, diciendo a los demás lo que quieren oír y haciendo lo que desean verle hacer. Las ambiciones de un joven para elevarse sobre la pobreza de su nacimiento en la Francia de fines de los años 1820. Rojo y negro está protagonizada por Julien Sorel, hijo de un carpintero del pueblo ficticio de Verrières.

44 reseñas sobre el libro ROJO Y NEGRO

Más feliz que una perdiz inicié la lectura de este clásico allá por el siglo XV antes de Cristo. Hasta la fecha ningún escritor francés de la época me había decepcionado, pero para casi todo hay una primera vez. Stendhal consigue un abrumador efecto soporífero muy versado y bien escrito. Me he aburrido como cien rebaños de ovejas negras y rojas. Su narrativa, pese a la gran calidad que posee, no me conducen por los senderos de la admiración sino por el abismo del tedio. ¡Qué hombre más pesado! La novela tiene buenos mimbres e intenciones: Julien Sorel, joven pobre como las ratas y con un solo talento, medrará en el fascinante mundo burgués. La hipocresía de ese casposo círculo hará que nuestro protagonista progrese, con tal de que no trabaje para el rival de su perceptor. Nada importa su falta de aptitudes o que se acueste con su mujer, al contrario, se asume como un coste añadido para evitar que su burgués competidor no se haga con los servicios de Sorel. En su primera parte, Stendhal nos habla de este ascenso, de sus amoríos, del perfil pro napoleónico y de la baja estima que Julien muestra por cualquier cosa que no sea el mismo. En definitiva, una presentación de protagonista y su entorno, con mucha ironía y crítica hacia la época y las clases establecidas. Incluido el clero. La segunda parte del libro sigue la dinámica de prosa exquisita y de darle cientos de vueltas al mismo asunto sin que nada más allá de mis bostezos ocurra. 600 páginas después el autor espabila, las ovejas despiertan y el libro se precipita al drama que todos queremos. Stendhal deja de ser marciano y renace en la genial escritura francesa del XIX. Como todo en la vida, entiendo que haya fieles que disfruten en el barro del autor, yo puesto a ensuciarme prefiero otros lodos más fluidos. Lo que cuenta es muy digno e interesante, pero como lo hace me ha provocado infinitas digestiones pesadas. Eso sí, la calidad literaria es incuestionable, pero no solo de palabras bien colocadas, se alimenta mi alma. Lo mejor fue cerrar el libro y colocarlo en la estantería. Pertenece a una colección de tapas muy coloridas que decoran con buen gusto mi biblioteca. Tanta paz lleves.


Pocas veces he disfrutado tan poco de una novela clásica del XIX. Pero de vez en cuando, uno, ya sea porque no era el momento o porque tenía grandes expectativas, se pega un batacazo monumental, como ha sido mi caso. Sé que Stendhal está considerado como uno de los más destacados escritores franceses en lo que a realismo literario se refiere, y ni por asomo voy a ser yo quien dude de ello; además, su estilo de analizar a sus personajes me ha impresionado bastante (también me ha crispado, por momentos), así como la forma tan espléndida de describir a la sociedad francesa de la época (1830, más o menos). Pero… La novela se me ha hecho inmensamente larga, y debo reconocer que si no es por mi tozudez de no abandonar nunca un libro a medias, no creo que hubiera llegado a la segunda parte del libro (pág. 350). Aunque todo sea dicho, de sus setecientas páginas, las últimas doscientas sí que las he disfrutado bastante, donde la novela da un giro brusco y todo se acelera. En la primera parte, conocemos al personaje principal de la novela, Julien Sorel, un joven de dieciocho años, inteligente y ambicioso e hijo de un carpintero, que vive con su progenitor y dos hermanos en la pequeña ciudad de Verrières en el Franco Condado. Julien, que detesta el trabajo que desempeña su familia, tiene la fortuna de recibir una educación privilegiada a cargo del cura de Verrières, donde su extraordinaria capacidad de aprendizaje del latín, lo convierte en preceptor de los hijos del alcalde, Monsieur Rênal, casado con una bella mujer veinte años más joven. Los Rênal pertenecen a esa clase social alejada de todo aquello que está alejado de su status social, pero la capacidad intelectual y el atractivo seductor de Julien puede cambiarlo todo. La segunda parte, nos traslada a París, donde Julien acaba recalando en la casa del Marqués de la Mole, padre de Mathilde, hermosa joven de diecinueve años que copará co-protagonismo hasta el final del libro. Aquí en París, Julien, a diferencia de en Verrières se va codear continuamente con esa sociedad tan superficial de la clase alta parisina. En resumidas cuentas, nunca he conseguido sintonizar con Julien. Me ha parecido un personaje ambicioso, orgulloso y en algunos momentos hasta patético, donde todo vale para escalar en el posicionamiento social. Lo mejor sin duda es la honestidad con que describe el autor la hipocresía y la doble moral de la sociedad francesa de esa época.


A este libro lo tuve por mucho tiempo esperando en mi biblioteca, tanto por su extensión como por los comentarios que lo señalaban como un libro pesado o difícil de leer. Nada más lejos de la realidad; Rojo y Negro es un libro que se hace totalmente ameno y que, si bien es cierto, a veces hay que parar la lectura para conocer algunos detalles históricos a los que hace referencia, nos invita a seguir leyendo todo el tiempo.


ROJO Y NEGRO Se siente la dedicación del autor para escribir esta obra. Con capítulos bien estructurados y un lenguaje propio de la época en que se escribió. Como muchas otros libros de su tiempo aprovecha o toma un personaje para dibujar una sociedad con la que no esta de acuerdo, de la que reniega e intenta denunciar. Julien Sorel, nuestro protagonista; por cierto, bien construido, fuerte por momentos, débil tambien; ambicioso o mejor dicho, con ganas de salir adelante y abrirse camino en una sociedad que lo rechaza por su condición de pobre. Se habla de largo de este libro, y es cierto, tiene muchas páginas. Y es precioso mencionar que son más las buenas páginas que las que puedan consideradas malas. No obstante, es precioso mencionar que el autor divaga y repite y alarga tramas, de allí, a mi parecer que sea tan largo. Tal vez este sea un libro para leer a ratos, con pausa y calma o tomarlo sabiendo que se tiene el tiempo suficiente.


Rojo y Negro, es un libro infaltable entre nuestras lecturas. Es el primer libro clásico que he leído y quiero decirles que lo he adorado, he quedado fascinada y atrapada con toda su trama. Julián Sorel, con todo su orgullo, altivez y ambición, se ha ganado un espacio en mi sala de personajes literarios favoritos. El primero de muchos, espero. 🤭 Debo reconocer que hubo partes en las que se me complicó un poco la lectura, ya que hay muchas referencias políticas e históricas de la época con las cuales no estoy familiarizada, sin embargo, eso me motiva a querer saber más sobre los acontecimientos franceses importantes y me invita a informarme más. Indudablemente seguiré explorando por este tipo de género y ¡qué buen libro de entrada! RECOMENDADÍSIMO 👏🏽👏🏽👏🏽


Yo trato de ir leyendo dos Libros de cada “gran autor” y luego de Flaubert, Maupassant y otros llegué a Stendhal. En ese contexto, a mi me gusto. Me interesó particularmente la caracterización de los personajes (siniestros la mayoría). Dicen que es un libro difícil y no para neófitos, eso no sabría decirles, a mi no me resultó complejo. La historia engancha, pero probablemente para leer algo solo para entretenerse hay opciones mejores que un libro de 1830. Si te interesa conocer los clásicos y queres leer algo de Stendhal está me parece la opción más valiosa sin dudas.


Aunque se trata de un clásico de la literatura francesa, de este libro no esperaba mucho y, en cambio, me he llevado una grata sorpresa al descubrir una novela muy entretenida y divertida, con pocas partes densas, que se deja leer muy bien. Obra cumbre de Stendhal que se lleva su fama por tratarse de una historia enmarcada en la sociedad francesa post-napoleónica del S-XIX, mostrándonos en ella unos momentos de gran confusión y deriva, tanto moral como ideológica, adentrándose así en el realismo, pero con aspectos todavía típicos del romanticismo. Pasiones desenfrenadas, reacciones exageradas y mucha tragicomedia, aunque enfocada desde la ironía, con un sentido del humor con el que el narrador se dirige al lector, buscando su complicidad. Además representa una gran crítica hacia los diferentes estamentos de la sociedad, sobretodo de la aristocracia y el clero. Ahondando en la gran hipocresía y falsedad en la que se movían, para conseguir aquello que socialmente se esperaba de cada uno. Julien Sorel, nuestro protagonista, se presenta como un ser ambicioso, orgulloso, inseguro, torpe y desconfiado, pero con el claro objetivo de conseguir progresar socialmente a costa de lo que sea necesario. Un personaje excelentemente perfilado que, aunque seguramente no se ganará la simpatía del lector, conseguirá su comprensión y resultará ser un gran personaje, con un crecimiento psicológico que mostrará a través de los monólogos internos, donde sus pensamientos y sentimientos a menudo contradictorios serán expuestos. Resultará así ser una obra de gran importancia, pionera como novela psicológica. Los deseos de poder lo llevarán a iniciarse a una vida eclesiástica, aunque su carisma de joven conquistador le facilitará las más tortuosas aventuras con damas de la aristocracia, con las que también podría conseguir escalar socialmente, pero que lo pondrán ante grandes dudas y contradicciones. Una novela llena de dualidades que como bien indica el título se moverá entre la política y el clero, las ideas liberales y la aristocracia, la pasión y la espiritualidad, la hipocresía y la honestidad, el amor y la ambición. Un gran clásico que, aunque no pase a situarse entre mis favoritos, lo he disfrutado mucho.


No es de los clásicos que más me gustó. Centralmente es una historia de amor y clases sociales. Como otros libros franceses de su época, es más del qué que del cómo. La historia es buena. Peeo la forma de escribirla no me resultó atractiva.


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