«Hay, finalmente, ídolos que entraron en las mentes de los hombres por los diversos dogmas de las filosofías y también por perversos procedimientos de las demostraciones, a los cuales llamamos ídolos del teatro». (Novum Organum, P. I, XLIV.)
Vieja madera para arder, viejo vino para beber, viejos amigos en quien confiar, y viejos autores para leer.