La montaña en invierno es sorprendente. Todo cambia con respecto al verano, la naturaleza se transforma y la estética del paisaje adquiere un aspecto espectacular, inimaginable en verano. Es el momento de calzarse unas raquetas y progresar por la montaña invernal. Este ingenio —con más de 2.000 años de antigüedad— no exige grandes conocimientos técnicos, aunque no deberemos obviar los necesarios del medio que debe tener todo aquel que se desplace por la montaña.