Sinopsis de PUERTA EN EL MURO

Para el protagonista de esta historia, la puerta en el muro es auténtica, y permite, a través de un mundo tan real y verdadero como el ladrillo y la madera, acceder a una realidad inmortal. El aire, allí, resulta extrañamente estimulante, la juventud está siempre presente, la belleza aparece por todas partes y la alegría arropa al visitante. ¿Existe, realmente, este jardín encantado capaz de enfrentarse a la tediosa existencia diaria?

5 reseñas sobre el libro PUERTA EN EL MURO

Lo que Wells nos quiso decir realmente en este breve relato es exclusivamente cosa suya. Por mucho que nos empeñemos en ser los más listos de la clase, bajo el disfraz de una historia aparentemente sencilla, casi desnuda, hallamos múltiples interpretaciones y todas tienen cabida. En la superficie se narra la historia de Lionel Wallace y una puerta que al cruzarla le adentra a un nuevo mundo, de fantasía, donde todo es belleza, libertad y felicidad. Para los que hemos leído al isleño, las descripciones de este idílico paraíso puede que hasta nos sepa a poco, ya que con cuatro trazos dibuja el paisaje, eso sí, lleno de colores y matices. En el trasfondo encuentro la diferencia en las prioridades de un niño y un adulto. El infante siempre acudirá como pollo sin cabeza a aquello que le asombre, que le estimule y que le genere felicidad. En cambio, el adulto, se debe a la resposabilidad y madurez autoimpuesta. A su vez, la puerta del muro bien podría ser la renuncia a una vida distinta, centrada en los deseos personales, para convertirse en un esclavo más de la sociedad. Estabilidad a cambio de felicidad. El coste que pagamos para convertirnos en personas de bien ante los demás. ¿Dónde está escrito que para alcanzar la madurez debas dar la espalda a tu yo más infantil? El relato de Wells es asombrosamente sencillo pero escrito con ese exquisito gusto de utilizar las palabras adecuadas, en cantidad y calidad. Mal acostumbrado al despliegue imaginativo con el que sazona sus textos, este quizá me quedó algo bajo en sal, aunque correcto. También es cierto que a un grande como él, le exijo más, y, estando en los primeros compases del año, o me he vuelto tacaño, o las estrellas hay sudarlas un poquito más. Dejar de ser niño es perder la búsqueda activa de la felicidad... Se pequeño. ¡Todos al parque de bolas!


Otro gran relato de Wells que lo eleva a la dimensión de los inmortales por su astucia y su capacidad de provocar en el lector la reflexión sobre la existencia misma. Es de esas historias que se parece a un cuento fantástico y que bien podría contener una historia diferente si leemos entre líneas. Cuántas veces,hemos soñado con una salida a todos nuestros problemas?.Una vía de escape,un camino o por qué no,una puerta para entrar en una dimensión donde el ambiente es idílico,los problemas no existen y solo se palpa la felicidad,el equilibrio?. Ese lugar podría ser tan genial que resulta increíble, inalcanzable,intangible desde el punto de vista empírico. Decir que lo has visto o que has estado allí podría generar un sin fin de bromas.por otra parte,todos querrían conocerlo, saber dónde está. Pero ese lugar es escurridizo,inestable,accesible en algunos momentos,pero no siempre está disponible. Qué lástima que siempre estemos ocupados!.Siempre tenemos algo más importante que hacer. Cuando por fin hemos alcanzado la puerta, quizá sea demasiado tarde. O no!. Quizá sea el principio de todo.  Un relato para reflexionar y creer que los sueños existen de verdad. "Para él, la puerta en el muro era una puerta real que conducía a una realidad inmortal a través de un muro también real. Ya no me cabe la menor duda".


Lo primero que debo señalar es que H. G. Wells es un escritor excepcional (si, descubrí la pólvora). Este libro "La puerta en el muro" (Título original: "The door in the wall") fue escrito en 1906, pero está tan bien escrito que podría haber sido escrito ayer y nadie lo notaría. Esa es una singularidad que pocos autores pueden blandir. La historia la narra Redmond sobre su amigo Lionel Wallace, quien le cuenta que encontró una puerta en un muro que al cruzarla todo era belleza y felicidad, incluso el aire estimulaba el cerebro, casi la descripción del paraíso. Fue un refugio para Wallace y su triste infancia. Tanto que no sabe el lector si la misma es real. Sin embargo en su vida adulta, esa puerta, aparecía pero el no la usaba, por distintos motivos, siempre había algo más urgente o importante conforme la etapa de la vida en la que se encontraba. La puerta aparecía en distintos lugares, en distintos momentos... pero siempre quedaba para un momento mejor. Está narrado de forma exquisita. La metáfora sobre la puerta y lo que nos proyecta en la vida y lo que pretendemos de ella, es sencillamente genial. Obvio no diré nada sobre el final. Claramente estamos ante uno de esos autores que exceden a su época. No lo dejen pasar, como tampoco a la puerta en el muro que les corresponda a ustedes. Dos aclaraciones: 1. El libro está mal registrado en Alibrate. Su título correcto es "La puerta en el muro", y como el buscador de títulos no es por aproximación sino de términos exactos... puede llevar un tiempo encontrarlo (que gran paradoja, quizás es como la puerta en el muro). 2. Si no vuelven a saber de mi, es porque crucé la puerta y me gustó tanto que me quedé del otro lado, no se preocupen que estoy bien (imagino que habrá tv y podré ver los partidos de Boca Jrs. igual 🤣🤣🤣)


No le pongo más estrellas porque no puedo. Uno de los mejores cuentos que leí en mí vida, me quedó guardado en la memoria como un tatuaje mental... He leído varios libros del autor y lo curioso es que me llama mucho más la atención éstas obras poco conocidas, que sus obras más famosas. Recomiendo mucho sus cuentos completos dónde se encuentran obras geniales como el Imperio de las hormigas, el Huevo de Cristal, el país de los ciegos, etc.


Hay algunos relatos que ya sea por la historia que cuentan, por el estilo narrativo o por una percepción propia, particular, y posiblemente única, nos produce una pasión violenta, nos remueve algo en nuestro interior, nos conmueve especialmente; "La puerta en el muro" de H.G. Wells, es uno de esos ejemplos. Ya en "La isla del doctor Moreau" Wells manifiesta su comprensible horror hacia la maldad ejercida cobardemente por los humanos hacia los animales; torturas, vivisecciones, realizados en aras de la ciencia. La violencia y el puro horror de la putrefacta mente aniquiladora del hombre, la meta de oro sin reparar en los medios con que se llega hasta ella - cuando claramente y como bien dijo Huxley "El fin no justifica los medios, ya que los medios empleados determinan la naturaleza del fin"- son parte elemental de la preocupación de Herbert Wells. En este relato, detrás de una puerta verde, cruzada por una enredadera carmesí, brillante por la luz ámbar del sol, se esconde un paraíso donde la vida es más liviana, más dulce, más placentera. Más allá de los paisajes maravillosos, del grupo de nubes recortadas por el límpido cielo azul, se adivina algo más profundo, más hondo, que determina y explica la sensación de felicidad, algo mágico que se siente en el aire de ese edén fantástico. Vale esta aclaración, porque la belleza y la paz de este jardín (donde las fieras son mansas, buenas y dulces - como en los primeros tiempos de la creación) no es de orden estético, visual, sino que se manifiesta desde el interior, desde las entrañas, desde la paz y bondad que como un mágico hechizo se adueña del que cruza esa puerta pintada de verde y donde se arrebuja la total y completa felicidad; donde se prescinde del tiempo, de los apuros, de la vergüenza, donde uno puede vivir, respirar sin que cueste trabajo, sin sentir ningún tipo de opresión, ni fastidio, ni cansancio. La vida como sería si no tuviéramos cuerpo, sin fuésemos solamente un alma perceptiva, sin dolores, sin angustias; viviendo como en un bello sueño, eterno (donde no se siente el peso terrible del tiempo) y genial. Hay un marcado contraste en el relato. Por un lado, el hombre que cruza la mágica puerta - la cual se le aparece solo tres veces en su vida y en diferentes edades de maduración - donde se esconde el jardín fabuloso; por el otro, la vida ordinaria, pletórica de las emociones naturales y comunes a todos, de beneficiosos ascensos laborales y del éxito de una carrera profesional, amistades con quién compartir charlas y cigarros y bebidas, el amor y "el calor" de la familia, en fin, todos los goces con sus inherentes penas y tristezas de la vida de la vigilia que todos conocemos. Cada vez que leo este relato "quisiera hacerle cambiar" de decisión a Lionel Wallace; pero entiendo que este mundo repleto de bellezas pero castigado por horrores impensados (he visto cosas en internet que me perforaron el alma, cosas tan increíblemente malvadas contra los más puros seres de esta tierra - animales, insectos- que me revuelve el estómago cada vez que las recuerdo) es más atractivo que vivir en un perpetuo sueño de dorado, en jardines perfumados y musicalizados por el suave fluir de las puras aguas, donde los animales "salvajes" son tratados con dulzura y donde ellos mismos son tiernos y amables. Un relato hermoso, al cual regreso cada tantos años, como el protagonista de esta historia a la puerta en ese muro...