Carlos Pellicer, al cumplir 50 años de labor poética, preparó esta antología de sus versos para que circulara en libertad —como un verdadero río de imágenes— bajo el ala protectora del ángel de la gracia. Pellicer, el tabasqueño ilustre, el menos contemporáneo de los Contemporáneos es, sin duda, el poeta americanoque ha llevado el poema a sus más hondas consecuencias:no sólo en ese paisaje, en ese color y calor que subyace en su poesía sino —de manera fundamental— en la comunión espiritual del ser con la naturaleza. Lo que Pellicer, llevado por su costumbre de acuñarconceptos, llamó la naturacosa.La antología incluye un prólogo del inolvidable José Alvarado, quien toca la biografía del poeta; Gabriel Zaid se encarga de clasificar la obra del tabasqueño, labor que define como ponerle casa a la alegría, yGuillermo Fernández, por su parte, ordena los poemas en categorías tales como: líricos, heroicos, en el paisaje y religiosos, con un sentido de precisión temáticaque todo lo hace posible menos —como afirmaba el poeta— llamarse Carlos.
Poeta frugal, proteico, el mexicano Carlos Pellicer, uno de los más exquisitos poetas del grupo contemporáneos, y es quizá el más original, pues en estos poemas se ensalza el rio, el mar, el agua, el fuego, los pájaros y el monte; habla el mar, se reverencia al bosque, al trópico, y se lanza al viaje con una red soberbia de poema astrales, donde el color, el sonido del paisaje y la cadencia de sus versos nos transportan a la dimensión organiza de la existencia. Nunca como en Pellicer me sentí tan tono con la naturaleza, sintiendome tan parte de ella como el sol al día. Vale la pena léelo.