El modelo tecnocrático, basado en el incremento de la producción con el menor coste económico, parece imponerse cada vez más en el mundo, lo que va acompañado de las desigualdades sociales. A esta sociedad, que el autor llama postmodernidad como decadencia, el texto propone radicalizar las exigencias de la razón y de la democracia, profundizando en sus raíces. Es lo que pretende la postmodernidad como resistencia.