Como revela Barbara Strauch, los científicos reconocen ahora que existe un componente biológico que explica por qué es muy probable que un adolescente dé un portazo y se encierre en su habitación a la menor provocación; por qué pasan de ser coherentes e idealistas a incoherentes y egoístas, o por qué se sienten tan atraídos por riesgos, emociones fuertes, drogas, alcohol y velocidad.