Algo ha cambiado profundamente nuestra relación con la política. Durante mucho tiempo se ha acordado considerar el mantenimiento de la paz social como el objetivo mayor del arte de gobernar. A tal punto que, incluso hoy, la mayoría de los hombres políticos están convencidos de que ganarán las elecciones resolviendo los problemas del desempleo y favoreciendo el crecimiento.íEl futuro prometedor ha llegado a su fin! En un mundo caracterizado por la precariedad y la inseguridad, amenazado por agresiones a gran escala, lo que se espera de los políticos no es tanto que mejoren las cosas como que impidan que empeoren, que ayuden a conjurar las amenazas que pesan sobre nuestro futuro.La cuestión de la supervivencia ocupa desde ahora la delantera de la escena, como lo atestiguan los debates llamados 'de sociedad' que movilizan a la opinión pública y la aplicación en numerosos ámbitos del principio de precaución. El crecimiento del poder de lo global-político, el surgimiento de nuevos espacios transnacionales de debate y de negociación, la influencia de las organizaciones no gubernamentales, lejos de ser un hecho del azar, marcan el advenimiento de una política de la supervivencia.