Los tres primeros libros de Miguel Labordeta, Sumido 25 (1948), Violento idílico (1949) y Transeúnte Central (1950), no solo suponen un sólido y coherente núcleo poético de su personal trayectoria literaria sino que constituyen un conjunto lírico, muy original y olvidado. Escasamente atendida por la crítica desde sus inicios y poco conocida por los lectores, dada la irregular y minoritaria difusión de sus obras, la poesía escrita por Labordeta consiguió asimilar las corrientes dominantes de su tiempo. El existencialismo, el expresionismo y el surrealismo o poesía social. Poesía necesaria que se ofrece al lector como "incansable holocausto".