El fotógrafo Roberto Otero se acerca a un Pablo Picasso que ya ha demostrado todo estéticamente y solo parece disfrutar de la libertad de crear sin tener que rendir cuentas a censores ni jueces. De ese templado acercamiento da cuenta la selección de fotografías escogidas, que, casi a modo de breves ráfagas cinematográficas, transmiten un ambiete, un modo de vida.