PERSONA NON GRATA

A la muerte de Jorge Edwards quise leer este libro, uno de los más polémicos: Persona non grata. Relata sus experiencias como encargado de negocios del gobierno chileno bajo el mandato de Salvador Allende. En 1971, llegó a La Habana con la misión de reanudar las relaciones diplomáticas entre Cuba y Chile. Sin embargo, su estancia no duró más de tres meses. Fue uno de los primeros intelectuales latinoamericanos que se distanció del Gobierno de Castro. Cultivó a sus amigos intelectuales, lo que le produjo el rechazo del régimen, quien lo calificó como "persona non grata". A algunos les ayudó a comprender lo que estaba pasando en una sociedad totalmente hermética, en la que no entraba ningún tipo de información más allá de la afín al partido comunista. El escritor reconoce que escribió el libro porque en su país, la mitad del gobierno pensaba que el sistema cubano era la solución y que todas las limitaciones del sistema chileno se arreglarían con una revolución a la cubana. Persona non grata también es el testimonio de una trampa colocada antes de que el encargado llegara a la capital cubana, cuyo único objetivo era señalar su culpable oposición a la revolución, aun sin que hubiera pruebas de ello. Edwards no pudo conseguir su objetivo; salió del país en una especie de expulsión que marcaría las siguientes décadas de su carrera diplomática y literaria. Un epílogo cierra el libro relatando la caída del gobierno del presidente Allende. Este libro provocó polémica en varios países, llegando a censurarse. En Chile, fue considerado antirrevolucionario por los partidos políticos de izquierda. En España, los comunistas le negaron el saludo. Las editoriales que iban a publicarle el libro en Alemania y Francia lo ignoraron. Hubo una versión para el público y otra que estuvo prohibida tanto en Chile como en Cuba. En el prólogo de la versión completa de la obra, del año 1983 editada por Seix Barral, el escritor recuerda que fue uno de los libros más censurados de los últimos años. La versión francesa de 1976, provocó su enfado, pues le agregaron "en Cuba" al título. Libro muy recomendable

Es una obra excelente para llegar a comprender la coyuntura política y cultural de Latinoamérica a principios de los 70. Desmiente a aquellos que, en esos años y en las décadas siguientes, declararon desconocer las condiciones de vida de Cuba. Fiel reflejo de una época, y también de un anhelo que termina en contradicción para Edwards, que tiene el don de hacer que el lector se compenetra e incluso se solidarice con su sitúa. Leí una de las primeras ediciones de esta novela, a cargo de Barral Editores. Es un libro que no tiene pérdida y que merece sucesivas relecturas. Si no le doy 5 estrellas es por dos razones: Aunque tiene la característica de ser una novela testimonial, y logra realmente su cometido, no tiene vocación de permanencia, ya que en ocasiones refiere hechos, noticias o nombres que Edwards da por descontado que conoce (ver la irrupción de Heberto Padilla, sin presentación previa, así como el episodio de la zaga de los 10 millones, que el autor omite en referir como es debido al principio: es solamente varias páginas después que se digna a contar el suceso en todas sus implicaciones y detalles). La segunda razón es la de que el último capítulo es totalmente intrascendente. Intenta ser un apéndice acerca de la llegada de Edwards a París, y todo el trance que vivió junto a Neruda cuando le fue otorgado el Nobel de Literatura, pero plantea algo radicalmente distinto a lo que trata la novela. Pareciera un testimonio que fue incluido a la fuerza, acaso por el derrocamiento de Allende en Chile y de Neruda poco después, pero ese apéndice no pertenece espiritualmente a la novela. Su destino real era integrar el último capítulo de un libro dedicado a Neruda, o bien formar parte de las memorias de Edwards. Para mí, la novela termina con el encuentro de Edwards con Vargas Llosa en Europa.