Pequeñas alegrías reúne más de cuarenta artículos publicados por Hermann Hesse (1877-1962) en diversos periódicos y revistas, así como una veintena larga de escritos dispersos en tomos monográficos. Ordenados cronológicamente, los textos aquí recogidos ofrecen al lector un corte transversal autobiográfico de la vida del que fuera Premio Nobel de Literatura en 1946 no en vano abarcan un lapso de más de sesenta años y dejan traslucir en su estilo subjetivo, próximo al del diario, el perpetuo talante de viajero y la insatisfacción ante la vida sedentaria y estereotipada que caracterizaron al autor de El lobo estepario.
En PEQUEÑAS ALEGRÍAS se recopilan los escritos póstumos de Hermann HESSE. Me gusta un texto de cuatro hojas de 1927 titulado PINTANDO A LA ACUARELA que comienza así: “Una vez más tuve la suerte de escamotear una mañana y escapar. Que las obligaciones esperen un poco. Todo el fárrago de mi diaria existencia puede dejarse estar. ¿Estoy realmente obligado a mantener en funcionamiento este aparato aburrido y herrumbroso? Que esperen las pruebas de editorial, que espere el caballero de Bachum o el de Dortmund que me han invitado para una disertación este invierno, que esperen las cartas de los estudiantes y las adolescentes, que esperen las visitas de Berlin y Zurich, que se paseen de un lado a otro frente a mi casa y contemplen alguna vez la hermosa región en lugar de charlar sólo de literatura. He logrado evadirme en un momento propicio, al menos durante medio día, quizás el día entero. He escapado de todo, durante unas cuantas horas no habrá libros, ni cuarto de trabajo, solamente el sol y yo, y este cielo matinal de septiembre luminoso y color verde manzana y el radiante amarillo de la fronda otoñal de las moreras y las vides.”