“BOSTON, AÑO 1895 Debería escribirle. Era el pensamiento constante y fijo que rondaba su cabeza. Fijo, fijo, fijo; no dejaba de pensar en ello y cuando algo así sucedía, tenía que llevarlo a cabo. Sin más preámbulos, sin darle más vueltas, debía hacerlo. Porque si no, ¿cómo iba a criar al bebé? Ella sola, sin ayuda…” Pasaje de Oscuro y perverso Tania Sexton