No importa cuánto nos esforcemos en contar. La memoria tiene infinitas puertas y por eso nunca estará completa. Es solo dar cuenta de algo para que se abran cien vacíos, cien preguntas.
Los relatos son el modo más humano del tiempo. Y solo narrando, de tarde en tarde, de boca en boca, nos hacemos eternos.
No es bueno que los vivos persigan a los muertos; ni para unos ni para otros. Esas visitas imprudentes anuncian que quedan deudas por saldar, lastres que dejar caer, encargos que completar. El día de una muerte es día de abandonar alforjas a la vera del camino. Despedir a un muerto, escucha bien, es arrojar las cargas.