A nadie puede maravillar que el primero de los elementos, el fuego, no abunde en el libro de un hombre de ochenta y tantos años. Una reina, en la hora de su muerte, dice que es fuego y aire; yo suelo sentir que soy tierra, cansada tierra. Sigo, sin embargo, escribiendo. ¿Qué otra suerte me queda, qué otra hermosa suerte me queda?. La dicha de escribir no se mide por las virtudes o flaquezas de la escritura. Toda obra humana es deleznable, afirma Carlyle, pero su ejecución no lo es. No profeso ninguna estética. Cada obra confía a su escritor la forma que busca: el verso, la prosa, el estilo barroco o el llano.
Qué decir de Borges, cada uno de sus libros es una genialidad para saborear despacio y releer varias veces. Cómo dato de color, les cuento que fui su alumna en un cuatrimestre de la facultad de Letras. Daba literatura inglesa, cómo nos aburríamos Dios mío! Sin embargo, escribiendo es imperdible.