Nadie que haya orado de verdad puede desconocer el consuelo y bienestar que con ello se adquiere. Lo encuentran en la contemplación del Infinito, en la hermosura de la naturaleza que los rodea o en el amor que profesan a sus semejantes. "Cuando oréis, no busquéis ni recordéis ninguna fórmula. Sólo elevad vuestros pensamientos y hallaréis paz y tranquilidad" Lo que antes era practicado por un pequeño círculo, constituye hoy un eco fiel de gratitud, un canto de amor, una comunicación fundamental y profunda del Hombre con su Creador. En este momento de búsqueda de valores trascendentales, una oración sincera da bienestar a nuestros cuerpos y paz y tranquilidad a nuestro espíritu, logrando que nuestras almas se sientan atraídas por el Bien y la Verdad.