Debravo tiene en estos poemas el fulgor encendido de la protesta, la llama quemante de las voces que se dirigen al pueblo e increpan la miseria, condenan el acaparamiento del pan, no solo el de la espiga, sino también el pan del espíritu, que lo maneja la prensa venal, la que quiere señalarle al hombre el camino que debe seguir para que los detentadores de la riqueza sigan siéndolo. Libertad de palabra para el que es su esclavo, cárcel para el que pide un mundo nuevo.