Un gigante tenía un pequeño molino mágico, que molía sal. Un día se lo regala a una viuda que tenía una hija pequeña. Las dos mujeres ponían a trabajar el molino y tenían tanta sal que la vendían en el pueblo. Pero un duende ambicioso lo robó y lo lanzó al mar y ahí está el molino, muele y muele… y por eso el agua de mar es salada.