Una diosa-demonio egipcia había prometido entregar la tablilla de la Vida Eterna a su fiel servidor Seneptha. Pero éste muere a manos del guerrero Karemheb, el Guardián del Valle de los Reyes, y la diosa se venga ordenando que lo asesinen y lo entierren en la tumba de Seneptha. En nuestros días, los arqueólogos Esther Rivet y Moses Connor descubren la tumba y en ella una tablilla y un anillo. Y sin proponérselo, resucitan al servidor de la diosa. Pero Karemheb, el ancestral guerrero, volverá con él, y Esther no podrá escapar a su atractivo
Tanto la historia, los personajes como la relación entre ellos dos es demasiado simple. Aunque tiene todos los ingredientes para ser una buena historia la autora no ha sabido combinarlos bien y continuamente me daba la sensación de que faltaba algo. La historia de los dioses queda sin desarrollo, pudiéndose haber parovechado más. Además, la autora parece confundir atracción con amor, pues en ningún momento terminas de entender cómo es que han acabado enamorándose. En cuanto a la resolución de la trama empieza muy bien pero se resuelve de una manera demasiado fácil y rozando un tanto la absurdez.
Una novela atrapante en dónde mezcla dos tiempos históricos con recuerdos de pasado Egipto conviviendo en la actualidad envueltos en pasión y romance.