De filosofía, historia, derecho, gramática, crítica literaria, etimología, y acerca de muchas otras cuestiones escribe Aulo Gelio en veinte libros llenos de encanto, que comenzó en sus días de estudiante en Atenas, y terminó más tarde en el propio hogar, con el único propósito de entretener y educar a sus hijos. Se revela, entonces, Aulo Gelio, como hombre de gran entusiasmo por educar a la juventud. De hecho, logra meter a sus hijos, es decir a los lectores, a los jóvenes en vías de formación, en las experiencias de lo que narra. De esta suerte, con frecuencia, no podría saberse dónde termina el mundo de la imaginación geliana o dónde comienza el de la realidad que gira en torno y fuera de ella. El estudio de obras como Noches Áticas muestra que la enseñanza de las ciencias humanas puede ser amena, y no por ello menos eficiente; sino, al contrario, más firme.