Salim, cochero de Damasco, conoce un sinfín de cuentos maravillosos que fascinan a todos sus oyentes, como los de Scheherezade. Un día enmudece, víctima de un encantamiento. SÛlo siete historias ?nicas tendrán la virtud de salvarlo, y éstas le serán ofrecidas cada noche en boca de siete amigos casi octogenarios. Hasta que una de estas insÛlitas narraciones sea capaz de romper el hechizo de Salim y devolverle el habla.
Cualquier relato con origen, temática, escena árabe trae a mi memoria a la sin par Sherezade. Estos relatos han realizado el mismo efecto, me retrotraía a época incierta, a escenarios de calles estrechas y frescas a pesar del calor reinante, de olores entremezclados y del almuédano convocando a los fieles a la oración desde sus alminares, de bazares variopintos y abigarrados, de callejuelas atiborradas de actividad y bullicio, de cantinas rebozando consumidores de cafés y tés, así como fumadores de narguilas. Sí, estas son la imágenes que se dibujaban en mi mente mientras leía esta colección de cuentos.